#Opinión: De la pobre educación a la educación para los pobres Autor: Julio Castellanos

Hace relativamente poco tiempo, 20 ó 25 años, era común que los niños aprendieran a leer, con un aceptable nivel de comprensión, entre el tercer nivel de educación inicial y el primer grado de primaria; hoy en día este proceso se completa, medianamente, en el 6to Grado. Los datos sobre rendimiento educativo se hacen peores en la medida en que se evalúa específicamente a los niños provenientes de familias con menores ingresos. De mantenerse esta tendencia, estaríamos a las puertas de crisis sociales más graves y complejas que la actual, porque no hay que obviar que la escuela no es una “Guardería para niños grandes”, en todo caso, es un centro de socialización que permite al Estado formar ciudadanos respetuosos de las leyes y tolerantes entre sí.
Las encuestas recientes revelan que la principal preocupación de los venezolanos es la inseguridad personal, luego, detrás de la ambulancia en cuanto importancia, se encuentra la educación. Esas encuestas reflejan que los venezolanos no perciben problemas graves en la educación de sus hijos pero, ¿de donde provienen esos jóvenes que integran peligrosas bandas y, arma en mano, nos atracan o secuestran en cualquier parte del país? ¿de Marte?. No, estos jóvenes provienen de una educación sin la calidad adecuada, con docentes mal pagados, que no proporciona formación técnica media ni educación para el trabajo y, consecuencia de ello, no ofrece oportunidades de crecimiento personal a nadie. Por el contrario, es una pobre educación que les envía un perverso mensaje a quienes están expuestos a ella: compra una moto y un “hierro” para ser exitoso.
Suena duro pero es brutalmente cierto. Algunos intelectuales como Moises Naim indican que (en referencia a tendencias globales) “En la actualidad, realizarse una operación estética (como el aumento de senos o glúteos) representa una inversión con una tasa de retorno mayor que la proporcionada por la formación universitaria”. Ante esto ¿Qué Hacer?, en primer termino, debemos asumir civicamente que dotar de educación de calidad, universal y gratuita dirigida a las personas con menores recursos no debe constituir un regalo del gobierno con fines electorales sino que representa una Política de Estado de la cual depende nuestra viabilidad como nación.