Hasta hace poco más de dos años era continua la llegada de grupos familiares al parque balneario que posee el Instituto Nacional de Parques en el sector Las Veritas, a poca distancia de la presa Cuatricentenaria, o de Atarigua.
A raíz de un problema que se presentó en el embalse dejando inundados todos los sectores aledaños al río Tocuyo, incluyendo ese sitio de recreación que sufrió algunos daños, quienes dirigían el organismo en Lara optaron por cerrarlo al público por completo.
Pero no se preocuparon por garantizarle algo de mantenimiento y de esa manera conservar las instalaciones, propensas al deterioro, sobre todo por la acción de antisociales que en horas de la noche, aprovechando la oscuridad y la falta de vigilancia, se introducen con el propósito de apoderarse de lo que consideren de valor.
“Cuando ese parque estaba abierto venía mucha gente, sobre todo los fines de semana. En el pueblo había vida y nosotros nos beneficiábamos porque vendíamos las parrillitas”, dijo Matías Pérez, uno de los habitantes y comerciantes de Las Veritas, el caserío ubicado a poca distancia del balneario.
También está preocupado por la falta de agua en el río pues la única que le cae de la represa es la que le sacan con un sifón o manguera instalada por el Ministerio del Ambiente con carácter de provisional, pero que ya tiene características de definitiva.
Y como Matías Pérez hay otros habitantes de Las Veritas que aspiran que Inparques recupere el balneario para que las familias que antes llegaban de todas partes puedan volver a disfrutarlo.
Jorge Laim Álvarez, jefe civil de la parroquia Espinoza de los Monteros (Arenales), también está precupado por el prolongado cierre de ese sitio turístico y la nula información procedente de Inparques sobre la fecha en que podría ser reabierto.
“Aquí la gente vive en gran parte del turismo originado por el río pero en las condiciones en que se encuentra, con muy poca agua, y el parque cerrado, los visitantes no son muchos como antes”, agregó.
El funcionario ha hecho gestiones para la recuperación del lugar, aunque hasta ahora no ha habido respuesta alguna.
A más de dos años de las inundaciones aún permanecen señales de los destrozos causados por el desbordamiento del río en aquella oportunidad.
Janeth Ramírez, otra habitante de Las Veritas, también está precupada por el prolongado cierre del balneario donde su progenitora, Dilia Ramírez, estuvo más de 20 años trabajando en la venta de empanadas y otros tipos de comidas rápidas.
Según manifestó, la familia ha quedado inactiva con ese cierre, además de que, según le han informado, si llegan a reabrirlo no permitirán a su madre volver a sus actividades como vendedora de empanadas.
A pesar de esa falta de información, entre los residentes o comerciantes de Las Veritas y Arenales hay cierta esperanza de que para la venidera Semana Santra, a fines de marzo, el parque pueda estar nuevamente en condiciones de recibir a los turistas.
Sin embargo, esa recuperación no debe estar circunscrita a las instalaciones del lugar sino también a la la carretera que le comunica con Arenales, que se encuentra en muy malas condiciones, especialmente en el tramo final donde, presumiblemente debido a una filtración en la represa, existe una inmensa laguna por la que muchos no se atreven a cruzar.
Además, pese al verano, parte del estacionamiento del balneario también permanece inundado producto de la nula atención por parte de quienes están encargados de dirigir el Instituto Nacional de Parques en el estado Lara.