En primer lugar debo decir que estoy seguro que la MUD escogerá oportunamente un candidato presidencial único de cara a las eventuales elecciones que pueden darse en cualquier momento producto de la ausencia ya inocultable de Chávez o al menos de su incapacidad para ejercer el cargo. Sin embargo, con todo respeto a los aliados opositores, vamos a aceptar, con fines constructivos, el debate público que han iniciado los más calificados voceros de AD y COPEI en relación con este tema. Ya en todos los portales del Gobierno puede leerse un artículo escrito por Henry Ramos Allup con “seis verdades incómodas” redactadas con el fin de descalificar a Henrique Capriles como candidato para una nueva oportunidad. Igualmente ya son varios los programas de radio y televisión en los que voceros de los mencionados partidos tradicionales, así como algunos independientes, han expresado su rechazo y criticas al actual gobernador de Miranda. Están en su derecho, así como quienes creemos que Capriles es la mejor opción posible tenemos también el mismo derecho a responder a esos criterios y exponer otras “verdades incómodas” para algunos; a saber:
1) Capriles ganó contundentemente las elecciones primarias en las que participamos más de tres millones de venezolanos. Ese es el parámetro más objetivo y democrático que tenemos a la mano, y mal puede ser desconocido por un consenso cupular. Por lo tanto, quienes perdieron esas primarias no pueden ser ahora mejor candidato que el ganador. Capriles sacó 30 veces más votos que Diego Arria y 15 veces más votos que María Corina. Por algo habrá sido. ¿Se nos va a olvidar eso? 2) Estoy de acuerdo que los seis millones de votos obtenidos el 7 de octubre no son de Capriles, sino de la Unidad. Pero así como no le podemos endilgar los votos a su cuenta personal, tampoco podemos endilgarle la derrota solo al candidato. El 45% obtenido con Capriles es la mejor votación histórica de la oposición contra Chávez directamente. Nadie puede comprobar si con otro aspirante hubiéramos ganado o quizá sacado menos votos. Lo que sí es comprobable es la potencialidad de Capriles, ya que a tan solo dos meses después de la derrota, este logró ganarle la gobernación de Miranda nada menos que al Vicepresidente Elías Jaua ¿Entonces? El problema no era él. 3) Capriles ejecutó una campaña épica que si bien no fue perfecta, fue acertada y lo convirtió en un líder nacional indiscutible. Recorrió varias veces el país, como no lo están haciendo ni ahorita quienes lo critican o pretenden sustituir, al tiempo que logró pegar un mensaje capaz de captar a los indecisos y chavistas que necesitamos para consolidar una nueva mayoría. Su liderazgo sigue vigente y constituye un capital imprescindible en las filas de la oposición a la hora de una revancha en el corto plazo. Quienes hicimos campaña en diciembre podemos dar fe que todavía en los ranchos de muchísimos rincones del interior del país se puede ver un afiche de Capriles desplegado en la puerta. Eso no se logra de la noche a la mañana, y mucho menos por twitter. 4) Una cosa es corregir estrategias para mejorar y otra muy distinta es aventurarse a comenzar de cero sin el tiempo suficiente. La MUD tiene la potestad de imponer condiciones como la Tarjeta Única o el Programa de Unidad. Que lo haga. Lo que no puede es descabezar a su mejor opción en momentos tan cruciales para el país. No podemos avalar esa tesis absurda de que el candidato es secundario o lo de menos. Estamos obligados a escoger la mejor opción posible. La fórmula ganadora es unidad con liderazgo, ninguna de esas dos características puede sola. El perfil del candidato es crucial. Lo curioso es que hasta el momento ninguno de los que se dedican a criticar a Capriles se han atrevido siquiera a asomar con convicción algún nombre de una alternativa igual o mejor. 5) Aunque el viejo mito de “las maquinarias” quedó en revisión luego de los resultados de las Primarias de la Unidad, estamos concientes de la necesidad de contar con un candidato que pueda animar a todos los sectores y grupos de la sociedad, incluyendo por supuesto a los partidos tradicionales que representan un capital histórico importante. Pero eso no significa que la estrategia correcta sea la partidización de la campaña. La estrategia correcta (según todos los estudios de opinión) es la de un candidato delante de los partidos y no al revés. Eso no significa sectarismo, simplemente es un manejo correcto de la imagen basado en encuestas. Si la partidización de la candidatura fuera lo conveniente, entonces Pablo Pérez hubiera ganado las primarias. Así como si la estrategia correcta fuera la radicalización y polarización en el discurso, María Corina hubiera sacado más de cien mil votos. La estrategia de Capriles y el manejo de su imagen han sido exitosos. Los hechos lo avalan: ganó de calle las primarias, sacó 45% contra Chávez y derrotó luego a Elías Jaua en Miranda. ¿Quién mejor que él ahora en un escenario contra Maduro? No es momento de mezquindades sino de realidades.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
JOSÉ IGNACIO GUÉDEZ
Twitter: @chatoguedez
