#opinion: Capitalismo Lunar – La Revolución embalsamada por: Alexei Guerra Sotillo

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La vida del país se ha reducido a una suerte de cotidiana administración del disimulo, a la gestión de un silencio ensordecedor, o a preguntas que revolotean como moscas sobre la verdad hecha desecho, sobre una incógnita que  empieza ya  liberar el olor de una mentira irresponsable y hedionda.

Mientras Nicolás Maduro trata de emular el vigor de su jefe, de reproducir la contundencia de sus insultos, como nuevo sacristán de un culto en ciernes, de una nueva religión que pretende el endiosamiento idolátrico del Líder Supremo, hoy en silencio, hoy ausente, el país es testigo de cómo su torpe radicalismo saca a relucir sus carencias y limitaciones. Hasta un mono deportivo, como atuendo regular, envía un mensaje simbólico que aspira a lograr alguna identificación con el mismo atuendo ligero del Presidente Chávez. Pero no, el intento es inútil, caricaturesco, y Nicolás oficiando embigotado esta misa extendida en el altar del chavismo, incurre en exhibir su sacrílega ignorancia y robusta mediocridad como aspirante a estadista.
El Vaticano se alista para el cónclave. Un Cardenal inglés renuncia por denuncias de conductas sexuales inadecuadas, atizando la llama del escándalo en el mundo Católico, y hasta el propio Benedicto XVIlegisla y apura el paso para pasar a retiro, mientras la oposición nucleada en la MUD, inicia a su vez sus propios “cónclaves” menos santos y más terrenales para elegir a un candidato “preventivo”, ante el muy posible y cercano escenario de una convocatoria a elecciones. Ojalá surja el humo blanco y el candidato sea escogido, sin que se resquebraje demasiado una unidad que es vital pero compleja, ante la actual coyuntura que vive la nación. Ojalá la Mesa Opositora entienda también que ha habido una excesiva prudencia en la denuncia de tanta inconstitucionalidad, y en términos de controlar una agenda que retome el clamor de un cambio político, y saque de su pesimismo y pasiva inercia a muchos compatriotas, refugiados en el bunker de la desmotivación o el pragmatismo.
El gobierno y sus herederos (usufructuarios actuales, en todo caso) dan vueltas sobre sí mismos, dentro de una paradoja hecha laberinto. Hablaban de una soberanía alimentaria, de una economía endógena, y hoy el país importa prácticamente todo lo que consume, a costa de un cementerio de productos y fábricas venezolanas quebradas o expropiadas. Hablaban de misiones y políticas sociales, de inflación ausente, de supuestos paquetes neoliberales que impondría la oposición, y hoy se debaten entre la necesidad de detener el delirante endeudamiento, y asumir la responsabilidad de una devaluación que ha empobrecido más a los venezolanos. Eliminaron el Sitme, pero al no reemplazarlo (como tendrán que hacerlo, devaluando por segunda vez este año, como ha sostenido el economista García Banchs) por mecanismos que atiendan las necesidades de divisas, generan con el mantenimiento de controles de precios, y el cierre de tiendas y empresas, un terrorismo económico que terminará pagando el consumidor.

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El gobierno sigue, pero en el plano metafísico, rayano casi en lo paranormal, en lo inexplicable. Las cámaras enfocan las afueras del Hospital Militar, y sólo falta la voz emblemática que anuncia “Nuestro Insólito Universo”. Lo pulmonar no evoluciona favorablemente. Cánula Traqueal. Imposibilidad de hablar. Reposo. Pero se reúne 5 horas con sus ministros para dar órdenes y lineamientos. No sale, no aparece, pero manda a decir que dijo, manda a ordenar la orden. “Tiruriru –tiruriru” suena la música de la “Dimensión Desconocida”.
Con su omnipresencia y sin relevos, Chávez sembró al descuidar su salud esta cosecha de incertidumbre y de rumores y escarceos sobre el poder político actual. Chávez fue, y es el bálsamo, el elixir de la eterna juventud para un proceso político que en 14 años no pudo sacar al país ni de la pobreza, ni de la dependencia petrolera, ni de una ilusión rentista de riqueza que es mero espejismo estatista y populista.
Hoy, sus ministros y seguidores, incrédulos, se cobijan en la duda y el amedrentamiento hacia quienes disienten para infundir temor, pero en sus rostros la duda persiste.
Como en la antigüedad, la figura, el peso y presencia de Hugo Chávez es el líquido vital, el bálsamo de carisma que intentan inyectar al cuerpo malogrado de una gestión que ya ha fracasado, y que ha sido en cambio exitosa en erosionar la salud económica, social e institucional de Venezuela. Maduro es la herramienta de dicha inyección. Se esmera, se apura en vencer, sin convencer.
Pero quizá ya sea demasiado tarde. Posiblemente los cambios no puedan detenerse. Pese a ello, el intento sigue. Abran la puerta. No hagan ruido. Allí está, la revolución embalsamada.
@alexeiguerra

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