Cuando las enfermedades están vinculadas al ejercicio del poder y especialmente cuando golpea a líderes mesiánicos para quienes el proyecto político nacional o internacional que desarrollan se identifica con su persona, adquieren una connotación especial. El periodista y medico Nelson Castro al referirse a las enfermedades de presidentes Argentinos y a la relación de la medicina y el periodismo, afirma “es indiscutible que la salud del presidente es un asunto de Estado y de interés público”. El cáncer del presidente Chávez, en su dimensión existencial, personal y colectiva como él lo señalara, ya es parte de la historia pero es un elemento importante de la historiavenezolana con incidencias fuera y dentro de las fronteras patrias. La salud física y mental de los que nos gobiernan han generado múltiples estudios con la conclusión de que en todas las democracias es una exigencia moral y jurídica la transparencias de las condiciones físicas e intelectuales de quienes dirigen los estados o aspiran al poder. Para líderes carismáticos que se sienten llamados a una misión trascendental, la enfermedad constituye la más severa experiencia de su finitud y el recordatorio de su transitoriedad. Los líderes en situación de enfermedad olvidan la fragilidad de su cuerpo, el propio Gandhi reconocía”siempre supuse que tenía una Constitución de acero, pero me encontré con un cuerpo enfermo convertido en masa y arcilla”.
David Owen, político, médico y diplomático en su libro En el Poder y en la Enfermedad, recorre las enfermedades de 32 jefes de estado y de gobierno desde 1901 hasta el 2007. Estos para proteger su imagen pública ocultaron su enfermedad, manteniendo la sensación de poder dirigir el país, asíocurrió con el ocultamiento de la discapacidad del presidente Roosevelt, los trastornos de personalidad del presidente Johnson, con el alcoholismo de Richard Nixon y del presidente Ruso Boris Yeltsin, el Alzheimer de Ronald Regan, el terrible estado de salud de John Kennedy, con su adicción a los esteroides y sus grandes dolores de espalda.
Owen hace referencia al cáncer de próstata de F. Mitterrand, cuya enfermedad se ocultó a la población. Su médico de cabecera, Claude Gubler en su libro Le GrandSecret, afirmo haber sido obligado a mentir sobre la salud del ex presidente francés y su incapacidad para ejercer la presidencia. En una oportunidad FrancoisMitterrand había comentado” El poder es una droga que vuelve loco a quien la saboree”. Los griegos se referían a la Hybris (arrogancia) como síndrome de aquellos que teniendo el poder se sienten predestinados, dejan de lado las preocupaciones por su salud, creyéndose invencibles, intangibles y absolutamente necesarios. La excesiva autoconfianza los lleva a rechazar toda noción de límite, y los hace abusar de sus propias condiciones y capacidades físicas, esto peor es cuando quienes están a su lado en el disfrute del poder piensan más en ellos que en el líder a quien hay que proteger. Como Ícaro, o los pretendientes de Penélope, la situación de arrogancia precede la caída. En la Mitología, el héroe enfrenta a sus propios dioses con la implícita destrucción que para el esto acarrea (Némesis).
El líder por su narcisismo e hiperactividad, además del imperativo maniqueo de dividir al mundo y a los hombres, puede perdurar en el tiempo, pero termina diluyéndose su presencia como ocurrió con El Sebastianismo en Portugal y Brasil, que fue un movimiento místico y secular después de la muerte del Rey Sebastián I en 1578.
Por eso León Tolstói aconsejaba que el poder es un capital que hay que manejar con prudencia y Goethe al referirse a la transparencia “Yo prefiero una verdad que pueda hacer daño, a un error útil, porque la verdad cura el mal que ella pueda causar”.
Tenía razón Seneca cuando nos aconseja debemos aprender a vivir y durante toda la vida aprender a morir.
Los mejores libros sobre el cáncer lo ha escrito en los últimos tiempos David Servan-Schreiber su última obra Se Puede Decir Adiós Muchas Veces, señala recomendaciones como estas: los enfermos deben cambiar de actitud para conectarse con la vida y con todo lo que estimule la ilusión y el optimismo de la misma. Fundamental preservar el lazo con la familia, los hijos, los parientes, los amigos. No se puede tratar hacer el papel de héroe con la enfermedad, ni en el hospital ni fuera de él. Más allá de las prescripciones médicas, mantener un estado mental optimista, lleno de amor y desterrando el odio
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