Erick Zuleta: Tenemos planes que mejorarán el transporte

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El presidente del Sindicato Automotor, Erick Zuleta, visitó ayer la sede de EL IMPULSO, donde asistió a un desayuno foro invitado por al director de este diario, Juan Manuel Carmona; el Jefe de Redacción, José Ángel Ocanto, y la Jefa de Información, Violeta Villar, a quienes dio a conocer cómo fueron sus inicios en el mundo de las líneas privadas de transporte, en Barquisimeto, y por qué terminó siendo el principal portavoz de la defensa de los derechos de los profesionales del volante en el estado Lara y el resto del país.

Durante la amena conversación, permitió conocer varios aspectos de su vida personal y profesional:

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Me gusta organizar más que dirigir

– ¿Dónde nació?

– Nací frente al parque Ayacucho en Barquisimeto. Mi madre era secretaria. Soy hijo natural. Mi papá trabajaba como supervisor de peaje. Somos siete hermanos, cuatro varones y tres hembras, y yo soy el tercero. También tengo hermanas por el lado de mi padre, una es abogada y trabaja en Puerto Ordaz, y otra es médico, mientras que por parte de mi mamá, son todos o ingenieros o técnicos. Mi familia es maracucha, pero la dictadura de Marcos Pérez Jiménez puso preso a mi abuelo, quien fue trasladado desde Maracaibo a la cárcel modelo de Barquisimeto, la cual se acababa de inaugurar. Mi abuela vino a Lara con sus cuatro hijos, donde vivía de hacer dulces maracuchos, como templones, mandocas y limonzón. A mi abuelo lo apresaron por pertenecer a Acción Democrática, fue detenido y torturado por la Seguridad Nacional.

– ¿Cómo fue su vida estudiantil?

– Cursé la primaria en el colegio Agustín Zubillaga, y la secundaria entre La Salle y el liceo Lisandro Alvarado. Como estudiante era de todo un poco. Nunca fui muy deportista, pero participaba en caimaneras. Jugábamos mucho en una zona ubicada justo antes de La Carucieña, llegando al Garabatal, donde La Salle tenía unos terrenos deportivos. Allí había canchas de fútbol, baloncesto y otras disciplinas. A nosotros nos llevaban allá todos los fines de semana. Pero realmente no era jugador, a lo mucho me ponían a echar una carrera o a hacer de arquero, o nos poníamos a jugar béisbol.

– ¿Qué hizo tras salir del colegio?

– Decidí hacer un curso de piloto de aviación comercial. Con la poca plata que tenía, me había inscrito en el curso, que sería en Miami, Estado Unidos. Incluso ya me habían dado la visa de estudiante. La idea de querer ser piloto vino de una tía que era aerotécnica, en una empresa fumigadora en Acarigua, donde yo veía a los pilotos y hablaba con ellos, y me pareció un oficio muy interesante. Pero nunca asistí al curso, ya que alguien me metió el grillo en la cabeza de que el transporte público daba mucho dinero, así que compré dos busetas en Barquisimeto.

– ¿Cómo se ganaba la vida?

– Para el curso había reunido dinero, mientras impartía clases en escuelas y liceos. Soy, de hecho, licenciado en Educación, mención Geografía e Historia, pero la verdad es que me gradué para complacer a mi madre, pues ella afirmaba que no era nadie por no tener un título universitario. Pero con las dos busetas que había comprado, me enfrenté a la frustración más grande del mundo, porque descubrí que eso no daba, que era un tormento, y en ese tormento estoy hasta el día de hoy. Aunque después de todo no me ha ido tan mal.

– ¿Cuándo se inició como transportista?

– Impartí clases en el liceo Siso Martínez, porque antes era posible ser docente sin estar graduado, era suficiente con el título de bachiller. Eso fue en 1978, cuando estudiaba en el Pedagógico. Me había graduado de bachiller entre 1974 y 1975. Con el pequeño cargo que había conseguido, iba y volvía al Pedagógico a diario. Pero fue gracias a la buseta, una Van, que ingresé al mundo sindical. En aquella época, sin embargo, en las líneas de transporte se pensaba de manera muy arcaica, ya que los dueños de busetas, no podían trabajar, ni estudiar, según los reglamentos internos de la línea. Además, se debía trabajar solo por un mínimo de seis meses. Me iba a trabajar a las 5:00 de la madrugada, para poder pagar los giros de la Van, y salía entre 8:00 y 9:00 de la mañana. Luego iba a clases, salía al mediodía, comía algo rápido, y después trabajaba entre 1:00 y 2:00 de la tarde, para volver a asistir a clases, de donde salía a las 5:00 de la tarde, regresando al trabajo para continuar mi labor hasta las 10:00 y 11:00 de la noche.

Sobre todo cazaba las salas de cine en Barquisimeto como El Venezuela, El Río Lama, Los Leones e incluso El Rialto. Éramos un grupo de cinco conductores. Comencé a trabajar en la ruta 11.

– ¿Cómo entró al sindicato?

– Al llegar a la línea, encontré un gran desorden, y a muchos miembros pasando trabajo. La gente cree que los transportistas casi no tienen problemas, pero es todo lo contrario. Y a pesar de que muchos piensan que es un ambiente de trabajo muy ordinario y fuerte, internamente es un sector muy débil. Comenzamos a organizar líneas y conformar grupos. Empecé a desempeñarme como Secretario de Organización de la línea, y después fui el presidente, lo que me hizo en miembro nato del Consejo Central del Sindicato, y luego me permitió estar en contacto más estrecho con todas las líneas y la estructura sindical.

– ¿Le gustaba la parte sindical?

– Organizar era lo que más me motivaba, y la dirigencia no me gustaba. Considero que caí en la presidencia de la sindical por accidente, porque no quería ser el presidente del sindicato. Esos eran tiempos duros y problemáticos, durante los cuales se produjo un fuerte enfrentamiento entre AD y Copei. En aquella época se consideraba imposible el retiro de Aquino Monasterios, quien entonces era Secretaría General de Copei, él era intocable, y el Sindicato de Transporte era un emblema de Copei. Monasterios simplemente quería usarme, porque él no deseaba enfrentarse a AD. Después de que me postulé y me presenté, Pedro Morles y Aquino Monasterios hicieron un pacto político, y me sacaron de la presidencia. Los enfrenté, porque se burlaban de mí y de todas las personas que me apoyaban. Entonces introduje un amparo contra la decisión de ese acuerdo, en Fetralara, y lo desarmé. El amparo me favoreció por haber ganado las elecciones. Luego hablé con Miguel Díaz, secretario general del partido en ese entonces, pero su respuesta fue que si yo no entregaba la presidencia a Monasterios, él negociaría la presidencia de la Asamblea Legislativa a cambio del Sindicato Automotor, y me amenazó con destituirme de Copei, pero me dirigí a los medios de comunicaciones y anuncié que renunciaba a Copei y me quedaba con la presidencia del Sindicato Automotor.

– ¿De qué manera ha influido esto en su vida?

– Me gusta mucho viajar y tuve hijos un poco tarde. La mayor de mis hijas se graduó de profesora, y el varón terminó el bachillerato este año. La menor está aún en tercer año en el Diocesano.

El problema es que si uno tiene hijos muy joven, se amarra y no puede hacer muchas cosas. Por ejemplo, yo siempre he participado en intercambios internacionales, que me han llevado a todos los países de América, donde he sido representante de Venezuela en cursos sobre economía latinoamericana, entre otros temas, siempre como dirigente sindical.También he estado en Washington, y más recientemente he ido a Europa, donde visité la Fundación de la Central Sindical Internacional, en Austria, con 850 millones de afiliados.

– ¿Qué opina del desempleo y la devaluación que afectan al país?
– Los grandes jerarcas se hacen llamar representantes del pueblo, haciéndole pasar hambre innecesariamente.

No deben cerrar Fontur

“La gente piensa que un conductor de ruta tiene mucha plata, porque hay mucho circulante, pero todo ese dinero que ingresa no compensa el alza de los precios de los cauchos y otros aspectos de mantenimiento. Los conductores urbanos son los que menos ganancias perciben, y por esta razón el parque de unidades urbanas es el más deteriorado.

El transportista puede llegar a pagar hasta 20 mil bolívares por giro, para una unidad que cuesta 900 mil bolívares, 60% de lo cual se cancela a crédito. Además, el seguro puede ascender a 70 mil bolívares. Por eso insistimos en que Fontur siga operando, para subsidiar un poco al crédito blando.

Actualmente se tarda entre 5 y 7 años en pagar los giros. Es necesario recordar que Fontur era una empresa modelo en Venezuela, y toda América latina, pero fue deteriorada por los funcionarios públicos, a tal extremo, que ahora la quieren cerrar, y si eso ocurre, los transportistas se quedan sin opciones”, dijo Erick Zuleta

Twitter Foro

Nuestros usuarios en las redes sociales enviaron sus preguntas a través de la cuenta twitter @elimpulsocom a Erick Zuleta, esto contestó el invitado al desayuno foro:

@marioatorresl: ¿Qué hacen para que los chóferes cumplan con las normas de tránsito?

R: Existen tribunales disciplinarios, donde pueden presentar sus quejas directamente con las líneas de transporte o acudir a la sede del Sindicato Automotor, en el terminal de pasajeros de Barquisimeto, para que los chóferes sean investigados y sancionados con la suspensión de varios días de trabajo.

@DessRoots: ¿Cuándo van a organizarse para evitar que los charleros se monten en los autobuses?

R: En la Gobernación dicen que los van a carnetizar. Exigimos medidas de seguridad, porque algunos de nuestros autobuseros ya han sido agredidos. Hemos hecho un llamado a la Alcaldía, para que se prohíba a los charleros subir a unidades de líneas de transporte privadas.

@woropezaf: ¿En un supuesto aumento de la gasolina, el Sindicato Automotor apoyaría un aumento del pasaje?

R: Si aumentan la gasolina, sería un ingrediente más para el ajuste del precio del pasaje, el cual es un detonante fuerte al que le teme el Gobierno nacional. Sin embargo, nosotros no apoyamos el aumento del combustible, ni medidas como el chip de la gasolina, que ya se aplica en algunos estados fronterizos del país.

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