Basta con que reduzcamos cada comida a un único ingrediente para comprobar que el apetito disminuye de manera considerable. Este efecto, que recibe el nombre de “saciedad sensorial específica”, es responsable de que comamos más cantidad cuanto mayor es la variedad de sabores en un plato. Además, según los expertos, explica por qué después de una comida copiosa, a pesar de sentirnos completamente saciados, siempre nos queda un hueco para el postre.
Para David Katz, director del Rudd Food Center for Food Policy & Obesity de la Universidad de Yale y autor del libro La dieta del sabor justo, las raíces de este fenómeno tienen una base evolutiva. “Cuando nuestros antepasados debían cazar y recolectar alimentos para comer era difícil conseguir una dieta equilibrada”, asegura. Mediante la saciedad sensorial el organismo favorecía la búsqueda y el consumo de alimentos variados.
Sin embargo, ahora, con cientos de sabores a nuestro alcance, el centro del apetito suele verse sobre estimulado. Katz advierte que la mayoría de alimentos preparados del mercado, como snacks, salsas y cereales para el desayuno, combinan con frecuencia sabores dulces y salados, que aunque no siempre se perciben en la lengua son detectados inmediatamente por el hipotálamo, que nos exige consumir el doble. Por eso la dieta que este investigador propone se base en alcanzar el sabor justo con menos calorías, utilizando comidas temáticas que repiten un único sabor en todos los platos cada día. Así por ejemplo, en el Día de la Piña el menú se reduce a piña por la mañana, una ensalada de pollo con piña a mediodía, y un típico plato chino de gambas y piña para cenar.
Foto: Archivo