#opinion: Reflexión – El disfraz de Saúl por: William Amaro Gutiérrez

Gracias a Dios hace rato pasaron las fiestas carnestolendas. La verdad nunca me ha gustado este evento. Las máscaras, los disfraces  y el carnaval me recuerdan los políticos. Y también a algunos cristianos. Siempre andan disfrazados para conseguir un beneficio personal: dinero o el voto. Unos, de los cristianos necesitados de Cristo. Y otros, de ciudadanos honestos. Me recuerda a Satanás, quien se disfraza a menudo de ángel de luz para entrampar al hombre y lo logra. Además, tengo un trauma de niño. Cuando mi madre, con gran amor, me hizo una máscara al estilo del famoso “Santo”, de la lucha libre mexicana. Me la hizo de tela de franela, con sus respectivos huecos  en los ojos, nariz y boca. Le dejó también un cordón en los bordes de abajo para que me la amarrara al cuello y me quedara ajustadita. Yo estaba feliz.
En ese tiempo me escogieron como príncipe de la reina del carnaval del salón. Era el cuarto grado. No porque era  muy bonito, sino porque tenía un traje. Un flux. Con el que hice la Primera Comunión y reunía las condiciones exigidas. Recuerdo que mi mamá me puso “pachuco” y me colocó la máscara sobre mi cabeza. Así me fui a la escuela. Contento. Pero cuando iba llegando, al subir las escaleras de la Escuela Acosta Ortiz. De lado y lado estaban unos zagaletones.  Muchachos  adolescentes “mala sangres”, que no estudiaban en la escuela y al pasar, me jalaron la máscara por la parte de atrás. La cual me tapó por completo la visibilidad. Se hizo un nudo en el cordón que la ajustaba a mi cuello y me convertí en el hazme reír de todos,  por cuanto no veía nada, andaba a tientas, me empujaban y me golpeaban en la cabeza. Gracias a Dios una maestra vino en mi auxilio y me rescató.
¿Cómo olvidar esa experiencia? Por ello, nunca estuve de acuerdo con disfrazar a mis hijos y con mis nietos, hoy, menos. Pero, cuando las damas deciden en estas cosas, a veces es mejor quedarse “lejito”.  Las tradiciones pesan demasiado. Han hecho mucho daño al sustento espiritual verdadero del hombre sobre la tierra. No permite que el cristiano crezca y se desarrolle en el camino de la Salvación.
¿Quién iba a pensar que el rey Saúl, el ungido del Señor, caería tan bajo, al disfrazarse para consultar una pitonisa? Uno se pregunta. ¿Cómo, siendo el primer rey de Israel fue capaz de hacer lo que hizo? He aquí la respuesta.  Todo aquel, que aún, sintiéndose hijo de Dios. Cristianito puro. Elegido de Dios, si se  aparta de él, haciendo lo que le viene en gana, desobedeciendo las instrucciones divinas, obviando su Ley y los 10 mandamientos, entonces Dios le abandonará a su suerte y eso fue lo que hizo con Saúl.  A sabiendas que la consulta a hechiceros, médiums y pitonisas era abominación al Señor, lo hizo.
Acosado por el miedo, por el acecho que le tenían los filisteos, buscó la comunicación con Dios, pero ya se había apartado de él. Y en vez de ir con humillación, contrito de corazón y arrepentido. “Entonces Saúl dijo a sus servidores: «Buscadme a una médium para consultarla». Sus criados respondieron: «En Endor hay una médium». Saúl se disfrazó, se puso otro vestido, y fue de noche con dos hombres a ver a esa mujer.  Le dijo: «Te ruego que me consultes a algún espíritu, y me hagas subir a quien yo te diga».1Sam.28:8. !Error!
Saúl olvidó, que a los ojos del omnipotente, omnisapiente y omnipresente no podía esconderse. Y la pitonisa sabía, que para el pueblo elegido, el cristiano actual, consultar a los muertos era un pecado muy grande a los ojos del Eterno y se lo hizo saber, ignorando que el disfrazado era el rey. “La mujer contestó: «Tú sabes que Saúl ha cortado del país a los médium y a los espiritistas, ¿por qué pones tropiezo a mi vida, para hacerme matar?» 9. ¿Cómo les parece?
La situación del rey Saúl no es muy diferente a la de millones de cristianos hoy. Siguen desafiando la norma divina por cuanto no estudian la palabra. Solo se dejan llevar por sus líderes espirituales y no accesan al libro de la sabiduría que es  LA BIBLIA. Sirven a dos señores a la vez cuando dicen creer en Dios y a su vez consultan a los muertos. Concluyen que el muerto los puede llevar a la presencia del Dios Padre y eso es una horrible equivocación. El caso de Saúl y su disfraz, es una enseñanza poderosa para los cristianos actualmente. No la desechemos. ¡Hasta el martes, Dios mediante!
“La Biblia es nuestra única certidumbre para esta vida”. Benjamín Franklin.
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