#opinion: Ratzinger: el último de una era por: Pedro D. Tua

Se marcha un hombre fundamental de la Iglesia católica. En un hecho sin precedentes recientes, el sucesor número 265 de San Pedro, el Papa Benedicto XVI, anunció al mundo su abdicación al trono petrino motivado por su debilidad física y espiritual, pidiendo perdón por sus errores.
La noticia causó conmoción mundial, debido a la importancia político-religiosa del Estado del Vaticano. Esa noche dos rayos impactaron sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro.
Benedicto XVI, el 28 de febrero deberá formalizar su renuncia, en ese instante pasará a ser Joseph Ratzinger, Obispo Emérito de Roma. Legará a su paso por la historia una profunda huella aún cuando muchos auguraban un pontificado eclipsado por la gigantesca presencia de su antecesor.
Su elección como Papa, el 19 de abril de 2005, se consideró de transición, convirtiéndose al pasar del tiempo en el personaje de lo poco probable. Y el hecho mismo de su elección lo demuestra puesto que siendo un Cardenal influyente dentro de la Curia, pocos apostaban a su elección como Sumo Pontífice.
Debuta en Roma en el Concilio Vaticano II dándose a conocer como prominente teólogo. Fue nombrado Arzobispo de Munich y Cardenal por el Papa Pablo VI en 1977. En 1981 fue nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe por el Papa Juan Pablo II, quien años más tarde lo ascendió a Decano del Colegio Cardenalicio, acompañando al Papa polaco hasta el día de su muerte.
Es una figura fundamental en la cristiandad: habla 10 idiomas, miembro de varias organizaciones científicas en Europa, prolífico escritor, teólogo, con más de 10 doctorados Honoris Causa, además de pianista.
Benedicto XVI afrontó las severas acusaciones de violaciones a menores llevadas a cabo por sacerdotes pederastas en varias ciudades del mundo, asumiendo  su responsabilidad como pastor de la Iglesia, al punto de reunirse incluso con víctimas de dichos actos. En el ámbito religioso destaca su reconocimiento a otros credos, pero manteniendo la posición de la Iglesia en aspectos controvertidos como el aborto y la homosexualidad.
¿Qué motivó realmente a Benedicto XVI a dimitir de su cargo, cuando es tradición en la Iglesia una sucesión? Surgen especulaciones: rumores sobre presiones entre Cardenales afectos al gobierno de Silvio Berlusconi, adversos su gestión; también se habla sobre el estado de salud del Papa, quien al parecer fue operado de corazón abierto. Algunos representantes de la Iglesia confían en que el Papa asumió desde siempre el carácter transitorio de su ministerio considerando cerrado ese ciclo.
Estas conjeturas se produjeron luego de conocerse la noticia que estremeció a la cristiandad. Fue tanto el hermetismo entorno a esa decisión que no logró filtrarse entre los periodistas que cubren la fuente Vaticana, mostrándonos, quizás, a  un Papa solitario en su gestión.
Mientras cruje Europa, las viudas del comunismo internacional, quienes no perdonan que haya sido la Iglesia Católica, con Juan Pablo II  y el entonces Cardenal Ratzinger a la cabeza, la responsable de la caída de la Unión Soviética, han comenzado una serie de ataques sobre un supuesto origen innoble en la renuncia del Papa. Pero no podrán desvirtuar el hecho de una profunda responsabilidad y sabiduría del Sumo Pontífice al dejar su ministerio a una persona con las capacidades intactas, admitiendo su debilidad no solo física sino espiritual para seguir al frente.
Sin el vigor de la juventud, que poseía cuando fue enrolado en las filas de las juventudes hitlerianas en la Alemania nazi, y su voluntad física mellada, se va, siendo el primer Obispo Alemán en Roma en casi 500 años, el primer Papa del nuevo milenio, el último sobreviviente del Concilio Vaticano II, sino también aquel quien deja el poder para irse a un retiro solitario en un monasterio del Vaticano, quizás con misterio y amargura al admitir en su última celebración de Eucaristía, el miércoles de ceniza que: “la Iglesia está, en ocasiones, desfigurada por las divisiones dentro del cuerpo eclesiástico» haciendo hincapié en la denuncia del Evangelio de Mateo (Mt 6,2) sobre “la hipocresía religiosa”.
Pedro D. Túa
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