Un sacerdote «babalawo» evoca a los dioses, mientras unas 150 personas vestidas de blanco bailan al ritmo de tambores en un salón, que se anima con cada oración, todas pidiendo la recuperación del presidente venezolano Hugo Chávez, que lucha contra un cáncer.
La recaída de Chávez por el cáncer ha causado el dolor de sus fervientes seguidores, muchos de los cuales han realizado misas católicas, ceremonias en una mezquita de Caracas y otras, como este ritual Yoruba, de origen africano.
«Chávez ha sacrificado su vida y salud por el pueblo venezolano, ahora tenemos el deber de orar desde cualquier creencia para devolverle la salud que tenía antes de trabajar por nosotros», dijo a la AFP Gonzalo Báez, presidente de la Sociedad Yoruba de Venezuela, durante el ritual, realizado en un espacio cerrado y sofocante.
Desde que fue diagnosticado de cáncer en junio de 2011, el mismo Chávez profundizó su religiosidad, evocando constantemente a Cristo, pese a sus tensas relaciones con la cúpula de la Iglesia católica en Venezuela, a los espíritus de la Sabana y pidiendo salud y vida a diversos santos.
Cuando anunció su regreso a Venezuela hace ocho días, tras permanecer hospitalizado más de dos meses en Cuba, escribió en su cuenta de Twitter: «Sigo aferrado a Cristo y confiado en mis médicos y enfermeras».
El vicepresidente Nicolás Maduro afirmó en diciembre, durante una ceremonia en el Centro Islámico de Caracas, que una «revolución espiritual» recorre el país pidiendo la recuperación de Chávez.
Precisamente, la semana pasada unas 300 personas acudieron a un ritual indígena en el centro de la capital, en el que cantaron, oraron y prendieron velas por el mandatario. La guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz y que visitó el país, dijo antes del acto que Chávez recibió «energía cósmica».
Pero este fervor religioso es visto por algunos analistas como una estrategia política del gobierno para rodear a Chávez de un aura mesiánica.
La cúpula oficialista ha instado a orar por el gobernante y ha encabezado diversos rituales religiosos, como la misa especial que se realizó en el palacio presidencial de Miraflores cuando Chávez sufrió complicaciones en diciembre tras su cuarta operación contra el cáncer, del cual se desconoce su gravedad.
«El gobierno intenta sacralizar la enfermedad de Chávez para desarrollar una nueva religión alrededor de su figura», dijo a la AFP el escritor Alberto Barrera, autor de la biografía «Chávez sin uniforme».
Por su parte, el sociólogo Ignacio Ávalos afirmó que «se ha avivado el sentimiento religioso con sentido político» recordando que «Chávez a cada rato salía con un crucifijo, invocaba a Dios constantemente y decía que Cristo es un revolucionario».
Chávez no ha sido visto desde que regresó de Cuba, pero la imagen de su rostro puede verse en varios lugares de Caracas, como en los postes de luz en los que un sonriente presidente aparece en carteles junto a la frase «De tus manos brota lluvia de vida. ¡Te amamos!».
«En muy poco tiempo lo han convertido en un nuevo ‘padre’ de la patria. Hay toda una industria oficial dedicada a consagrar a Chávez como el nuevo dios de la historia venezolana», opinó Barrera.
El gobierno ha dado informes contradictorios sobre la salud del presidente, que derivó en especulaciones sobre su condición.
Según el último parte médico difundido el jueves, Chávez sigue con una insuficiencia respiratoria derivada de la cirugía y su «tendencia no ha sido favorable».
Al día siguiente, Maduro aseguró que el presidente sostuvo una reunión de más de cinco horas con el alto mando político, comunicándose por escrito debido a que la cánula traqueal que le pusieron le dificulta temporalmente el habla.
Báez explicó que el gobierno lo llamó luego de que Chávez anunciara su recaída del cáncer, el 8 de diciembre, «para buscar a través de nuestras deidades el mejoramiento de la salud del presidente».
Durante el ritual Yoruba, los creyentes agradecen al dios Orula por predecir que Chávez volvería de Cuba y rezan por su completa recuperación.
Uno por uno, los bailarines se acuestan en el suelo boca abajo y luego besan los tambores, como parte del rito. Con la caída de la noche, riegan con vino el piso, se mojan un dedo y limpian la nuca.
«Esto es para darle fuerza al presidente», explica Susana Escobar, de 40 años, que pidió la tarde libre en su trabajo para participar del rito.
Luis Guillen, que cantó y bailó durante la ceremonia, confía en que volverá a ver y escuchar a Chávez. «No pienso en que él pueda desaparecer en algún momento, tengo la mente positiva», asegura este estudiante de contabilidad de 25 años.
Foto: AP/Arhivo