#opinion: Reto enorme, éxitos infinitos por: Carolina Jaimes Branger

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Las grandes obras de la humanidad han comenzado siendo un sueño. El sueño de José Antonio Abreu de formar una orquesta para que los integrantes de las Escuelas de Música del país tocaran juntos, dio su primer fruto cuando el 30 de abril de 1975 debutó la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Venezuela.
Han pasado 38 años y cada día nuestras orquestas nos recuerdan que la ruta del éxito está marcada por el trabajo, la constancia, el compañerismo, la resiliencia, la capacidad de responder a los cambios, el orden, la disciplina y por encima de todo, por el amor.
La música es amor. Y el amor es el lenguaje universal. He pensado muchas veces que si todos aprendiéramos a leer música, hablaríamos el mismo idioma, minimizaríamos las diferencias y nos entenderíamos mejor. La música trae coincidencias, alegrías y habla a lo más profundo del alma humana. Por eso es una herramienta de paz.
Nuestros jóvenes músicos -desde aquella memorable participación en el Festival Internacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles de Aberdeen (Escocia) en 1976, en la que recibieron inmensos elogios del público y la crítica especializada, hasta hoy, cuando la Orquesta Simón Bolívar, sólida, madura,  maravillosa, aplaudida, admirada, buscada por todos y reconocida como una de las mejores- han llevado dondequiera la imagen de una Venezuela de primer mundo. Son ellos la mejor demostración de que un programa como El Sistema, replicado ya en tantas partes, es, como dice Gustavo Dudamel, “la mejor manera de convertir al arte en instrumento de inclusión”.
A principios de diciembre del año pasado, nuestra Orquesta, dirigida por Dudamel, se presentó en el auditorio Isaac Stern del Carnegie Hall de Nueva York. Entiendo, según me contaron expertos en música, que se trata de la única orquesta latinoamericana que se ha presentado allí. Con lleno total, el público deliró con un repertorio de música latinoamericana que culminó con el Alma Llanera y la Cantata Criolla. Nadie hubiera imaginado a principios de los años setenta que una proeza tal sería posible.
Por supuesto, el gran embajador de nuestra Orquesta es Gustavo Dudamel, genio, inspiración y motor. Muy de cerca lo siguen Christian Vásquez, Diego Matheuz, Dietrich Paredes y Joshua Dos Santos. Ahora vienen Eduardo Salazar, Rafael Payare, Diego Guzmán, Manuel López, Andrés Rivas, Jesús Parra, Manuel Jurado, César Iván Lara, Domingo García, quienes darán de qué hablar en el escenario de la dirección orquestal en el mundo. También los solistas, como Edicson Ruiz quien ha sido el Maestro más joven en ingresar a la Filarmónica de Berlín y las nuevas generaciones que están surgiendo de las nuevas orquestas, valores que me reafirman -cada vez que los veo- la convicción de que nuestros problemas son coyunturales y que nuestro futuro es luminoso. Me encantaría nombrarlos a todos, pero no alcanzan los caracteres de este artículo para hacerlo.
Antier entrevisté en mi programa de Unión Radio al Maestro Frank Di Polo, uno de los pioneros. Me contó cómo al principio muchos ponían en duda el éxito de la empresa. Era demasiado ambiciosa, pensaban. Pero la tenacidad del Maestro Abreu pudo más que todo, y aquí estamos, celebrando 38 años de ese sueño. Gracias Abreu, Sauce, Rugeles, Del Castillo, Ascanio y todos quienes lo han hecho posible. Tal vez seré injusta -y pido disculpas de antemano- dejando de nombrar tantas personas que han dedicado su tiempo para que esta pasión se haga realidad, pero quiero reconocer a  Mariangelina Celis, Víctor Rojas, Eduardo Méndez, Lourdes Sánchez, Margot Parés Reyna, Maria Guinand, Bolivia Bottome, Carolina Márquez, Rodrigo Guerrero, Lydie de Pérez, Valdemar Rodríguez…
Creo que hablo por todos cuando les digo a ustedes, muchachos de ayer, de hoy y de mañana, que nos han dado el mejor regalo que se le puede dar a un país: una obra de civilización. Reciban con nuestro orgullo y felicitación nuestras más sentidas gracias por haber asumido, como dice José Antonio Abreu cada vez que comienzan un ensayo, “el enorme reto que tienen por delante”, pues “los éxitos son y seguirán siendo infinitos”.

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