El regreso del Presidente Hugo Chávez y su reclusión en el Hospital Militar, totalmente aislado del país, con la excepción de sus familiares y el Vicepresidente Nicolás Maduro que anuncia haberlo visto en franca recuperación, lo han colocado en condiciones muy parecidas a las que vivió en el Hospital de La Habana. Sigue el misterio, porque los venezolanos no lo han visto, acerca de cuál es su verdadero estado de salud, lo que da rumor a diversas especulaciones, pero sobre todo a las reales dudas de si podrá ejercer las funciones de Jefe de Estado y de Gobierno para lo cual fue electo. Si lo juramentan a espaldas del país y del mundo seguirán las dudas no sólo acerca de su salud, sino también de la legalidad de sus actos, incluyendo la propia juramentación y el nombramiento del Vicepresidente y del Gabinete Ejecutivo. En la palabra de Nicolás Maduro puede creer la mitad del PSUV, y en la de la Presidenta de la Corte, posiblemente muy poca gente, y el país seguirá en la incertidumbre.
Con la ausencia del Presidente de la República comenzaron los disparates de sus herederos, quienes al violar el mandato del Comandante de que Nicolás Maduro terminara su período presidencial y que en caso de una circunstancia sobrevenida y él no pudiera ejercer el nuevo período para el que había sido electo el 7 de Octubre, se convocaría a elecciones presidenciales y Maduro sería candidato del PSUV.
Para darle curso al primer disparate lograron que la Presidenta de la Sala Constitucional aprobara una resolución a todas luces inconstitucional, mediante la cual le daba continuidad al mandato de Chávez y por lo tanto del Vicepresidente y del Gabinete, con lo que metieron al parís en un gravísimo problema nacional e internacional. En lo nacional es evidente que Maduro que hace de Vicepresidente y a veces de Presidente sin haber sido electo ha perdido toda legalidad de sus actos, como el de ejercer el Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. En lo internacional hizo que Venezuela perdiera el crédito de los países desarrollados y emergentes, que dudan la legitimidad de su cargo y piensan que su firma podría no ser reconocida en el futuro.
Pero lo que resultaba más evidente y hasta indignante para una mayoría de venezolanos, era su entrega pública e incondicional a los Hermanos Fidel y Raúl Castro, al extremo de que sus viajes y llamadas dede La Habana, supuestamente a recibir órdenes del Presidente Chávez, los consideran como una sumisión del Alto Gobierno a otro país, y una pérdida de la soberanía nacional. Y todo esto, que lo creen millones de venezolanos ha dado lugar a una serie de protestas estudiantiles pidiendo que una Junta Médica dé fe de vida y del estado de salud del Jefe del Estado, cuando estaba prácticamente secuestrado en Cuba.
Y no sólo los viajes y llamadas a La Habana, dieron pie para pensar que iban a recibir instrucciones de los comandantes cubanos, sino también la demostración de incapacidad para gobernar que revelan los herederos de Chávez, que se han limitado a insultar a la oposición, a ver conspiradores por todas partes y han hundido más el país en la pobreza al decretar una devaluación del 46% del bolívar frente al dólar, lo que ha constituido un verdadero misil contra el bolsillo de los más pobres.
Y aunque los graves problemas económicos y sociales que viven los venezolanos son el producto de una política económica y social equivocada puesta en práctica por el propio Chávez, para intentar evitar que el país entre en un caos, el Presidente debe asumir el nuevo mandato y si no puede hacerlo, cumplir la Carta Magna. La Asamblea Nacional debe declarar la vacante temporal o absoluta y proceder a encargar a Diosdado Cabello de la Presidencia y convocar a elecciones presidenciales.
Para salir de la incertidumbre es imprescindible que el Tribunal Supremo de Justicia nombre la Junta Médica, tal como lo establece la Constitución Nacional Bolivariana, que certifique si el Presidente está en plenas facultades físicas y mentales para ejercer el cargo para el cual fue electo el 7 de octubre del pasado año. Si no proceden con transparencia y apego a la Carta Magna les puede sobrevenir un mayor caos y un régimen de ingobernabilidad. Los máximos jerarcas del chavismo deben olvidarse de que pueden seguir manipulando impunemente al país, cada día les cree menos gente, incluyendo unos cuantos miles de las bases de su partido, que leen la Constitución y no los mueve el fanatismo. Amanecerá y veremos.