#Opinión: Gracias Mercal por favores recibidos Por: Enrique Viloria Vera

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Su Excelencia El Magnífico, El Más Supremo Hacedor, El Líder Incomparable, El Emperador de todas las Tribus Mesoamericanas, El Perpetúo y perpetuado, El Llamado al Infinito sin tiempo y a la Eternidad sin lugar, ahora representado por su vice:

Me dirijo muy respetuosamente a Vuestra Magnificencia para manifestarle mi más absoluta conformidad y beneplácito con la escasez de productos básicos con origen cierto y destinatario multiplicado que unos soportan y que mi familia y yo disfrutamos, en el mayor beneficio para nuestra salud que venezolano de cualquier siglo haya conocido.

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Quiero por medio de esta misiva digital manifestar a su Majestad mi más profunda solidaridad con los bravos y valientes ejecutores de la política alimentaria de este proceso sin productos lácteos, cárnicos o acaramelados para la venta masiva o individualizada -¡Válgame Dios!-, que nos ha conducido a la mejor situación salubra que entorno familiar haya conocido.

En este sentido, le informo a su Excelsitud:

1. Soy alérgico y no puedo tomar leche de ningún tipo ni versión, léase de pote, de cartón, de lata, descremada, de sobrecito, nacional o importada, de vaca o de búfala, de ternera, de burra o de chiva, humana menos. Tengo prohibido por igual prescripción de Barrio Adentro VI comer cualquier derivado lácteo, entiéndase queso blanco fresco o de año, telita, maracucho traidor o guayanés bolivariano, entero o para rallar.

2. Mi suegra es diabética y no puede ver la azúcar ni blanca ni morena ni roja ni en supermercado o Mercal alguno, a pesar de que le encanta la papaya, el cabello de ángel o la toronja en almíbar, los besitos de coco, los suspiros, el bienmesabe o el merengón.

3. Mi mujer es una notoria revolucionaria que odia los extranjerizantes pollos, la gallina ibérica o el pavo sajón, por su imperialista origen y por la cantidad de hormonas que contienen esos bichos, y porque los insensibles productores los hacen crecer y engordar amorochados, ella que es hija única, consentida y sin montón.

4. Mis hijos no quieren nada con la grasa animal, detestan el solomillo y la costilla, aborrecen las vísceras y los insulta su otra abuela cada vez que un mondongo se asoma en un festejo familiar.

Por todo lo antes expuesto, estos comedores de arroz sin huevos ni mantequilla, sin baranda en que apoyarse, le manifestamos a Su Grandeza nuestra más completa solidaridad y apoyo a esta protectora política de estantes desocupados y carritos vacíos.

Eduardo Andrés Canijo y su enteca familia.

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