Muchas frases o expresiones se han quedado en el pasado. Otras han emergido con suficiente fuerza para mantenerse dentro de nosotros. Tiene que ver el contexto en el cual fueron pronunciadas y la motivación que hoy impulsan las mismas.
Existen algunas oraciones con un contenido muy largo que también han dejado huellas, como el juramento de Simón Bolívar en el Monte Sacro.
Así recordamos aquel por ahora, del teniente coronel Hugo Chávez en 1992, o el famoso “chito” de Juan Vicente Gómez durante su dictadura de 27 años (1908-1935) .
La célebre exclamación de Gómez, típica de los Andes representaba una orden, un mandato para hacer silencio, para callar en la escena política y manejo despótico del poder en Venezuela. El «taita» Gómez exigía sumisión, acatamiento sin discusión.
Era una expresión por sí sola que recordaba a quien se la pronunciaban su posicionamiento en un nivel inferior.
Lean este cuento:
Un jefe civil, nombrado a dedo por el general Gómez, pidió audiencia al benemérito para participarle un desconcierto, estupor y molestia.
¡Figúrese mi general, el secretario que me asignaron no sabe leer ni escribir! Ujúm.
¿Cómo hago con un asistente que no conoce ni la «i» por el puntico? Ujúm.
¡Esto no puede ser! ¡Hay que ponerle remedio! Ujúm.
Y antes de tomar una medida drástica y definitiva, me pareció que lo más prudente era consultarlo con usted. Ujúm.
Gómez preguntó: ¿Usted sabe leer y escribir? ¡Claro, mi general! Entonces vuelva para su pueblo, a su asistente le da su cargo, usted se pone de secretario y “chito”. Esta anécdota jocosa y socarrona la han contado desde que ocurrió el episodio supuestamente.
Generaciones de venezolanos nacidos con la democracia, y otros provenientes de hogares de origen andino somos y fueron objeto del inefable y altisonante «chito».
A estas alturas de la vida pareciera que ese dicho histórico, mandón y de aplicación por tradición cobra vigencia en la Venezuela actual.
La oposición denuncia a diario los desmanes de este gobierno revolucionario pero dictatorialmente les responden “chito”. Abusan en el empleo de la constitución para doblegar las fuerzas opositoras ante la eventual sustitución del «taita comandante» mediante un «chito» militar y sonoro.
Los venezolanos hacemos prácticamente mutis en torno a la desvalorización de la moneda y la imposición de nuevos paquetes. La colectividad democrática mayoritaria se aplicó una mordaza con la ausencia del Presidente Chávez en Cuba y luego su presencia invisible en Venezuela.
Un «chito» estruendoso que ha impedido exigir explicaciones al gobierno en relación con el despilfarro de dinero regalado a Cuba y otros países. Un «bozal» que crece en altura y extensión, que lleva la fuerza destructora de un tsunami que arrasará todo elemento de resistencia democrática.
Un silencio que impone la dinámica perversa del miedo institucional puesta en marcha por el gobierno, un «chito» que grita un ciudadano a otros, o peor aún que se grita ante el espejo en una autocensura connivente, preservativa de privilegios, negociados ocultos o alimentados en la sombra de los hilos del poder.
Una expresión que se apodera de nuestra libertad con una monocromática seducción a la vez amenazadora, que corre el riesgo de convertirse en valor impuesto y castrante.
En Venezuela se ha conservado y transmitido a lo largo de las generaciones el contenido de otras expresiones, por lo común breves, pronunciadas o escritas por determinadas personas. Suelen ser denominadas “frases históricas”.
-Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca: Coronel Simón Bolívar, 1812.
-Pues yo tampoco quiero mando: Capitán general Vicente Emparan, 1810.
-Vuelvan caras: general José Antonio Páez, 1819.
-Mi general: vengo a decirle adiós porque estoy muerto: Teniente Pedro Camejo, 1821.
-Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca porque un ciudadano se burle del Presidente. Venezuela se perderá cuando el Presidente se burle de los ciudadanos: general Carlos Soublette, 1837.
-La Constitución sirve para todo: Presidente general José Tadeo Monagas.
-Calma y cordura: Presidente general Eleazar López Contreras, 1936.
-Ni renuncio ni me renuncian: Presidente Rómulo Betancourt, 1962.
-No es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario: Presidente Carlos Andrés Pérez, 1970.
-We will come back: Rómulo Betancourt, 1978.
-¡Por qué no te callas!: Rey Juan Carlos al Presidente Hugo Chávez, 2007.
Pero frente al «chito» que nos imponen y gritan, o nos imponemos, hagamos que sea la libertad real y veraz, no la que pretende imponer el «taita del siglo XXI», 100 años después del verdadero. Que sea la democracia inclusiva y fraterna la que exista como valor.