Pese a su regreso de Cuba, el misterio que rodea al presidente Hugo Chávez se mantiene tan impenetrable como antes, lo que profundiza el desconcierto entre los venezolanos, muy pendientes de todo lo que sucede en el hospital militar donde está ingresado.
Chávez «está tan invisible como en Cuba», dijo a la AFP el analista político Ángel Álvarez. «Evidentemente no quiere ser visto, si quisiera o pudiera, se mostraría», añadió este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Si esta situación se prolonga, la ausencia del mandatario reforzará el desconcierto de los venezolanos, advierte Álvarez.
«Los seguidores tenían la ilusión que volvía para gobernar (…) A menos que se reincorpore en un lapso breve va a generar en sus propios seguidores una decepción», afirmó.
Desde el lunes, cuando volvió a Caracas poniendo fin a una convalecencia de más de dos meses en Cuba, el gobierno no ha dado a conocer ningún parte sobre su estado de salud ni ha divulgado ningún testimonio gráfico de su presencia en el país.
El presidente boliviano, Evo Morales, que viajó a Caracas el martes especialmente para visitar a su mentor y amigo, admitió que no pudo verlo porque está «reposando», y que sólo habló con sus médicos y familiares.
Detrás del sigilo «hay elementos de seguridad (…) y de salud», estimó el politólogo Nícmer Evans.
«Esa concepción antipaparazzi es importante porque estamos hablando de la recuperación de la salud de un ser humano», dijo a la AFP este profesor de la UCV.
El secretismo ha sido denunciado por la oposición, que exige más transparencia sobre la salud de Chávez.
«El misterio que envuelve la situación del presidente Chávez no parece disminuir con su vuelta a la patria, se diría que lo contrario (…) Ahora tan cerca y tan lejos la cosa es más opaca, y, en cierto modo, más intrigante», escribió en su editorial el diario opositor Tal Cual.
El regreso era un secreto bien guardado entre su familia y sus colaboradores más cercanos, como el vicepresidente, Nicolás Maduro, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
«Chávez nos sorprendió», admitió Aristóbulo Istúriz, alto dirigente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y gobernador de Anzóategui (noreste).
Para Alvarez, incluso la forma en que regresó fue inédita: «Es sorprendente e inusual esa entrada de Chávez de forma sigilosa y sin ninguna evidencia de su presencia física (…) Contrasta con el estilo Chávez, lleno de fanfarria y pompa», afirmó.
La madrugada del lunes, Chávez asombró al mundo al anunciar en Twitter que había vuelto a su país para continuar los tratamientos contra el cáncer, que le aqueja desde 2011 y le obligó a someterse en diciembre a una cuarta operación en Cuba, donde se ha tratado casi exclusivamente de la enfermedad.
Desde su operación el 11 de diciembre en La Habana, el gobierno recién difundió imágenes suyas el pasado viernes, en las que aparecía sonriente en la cama del hospital junto a sus dos hijas mayores.
Desde que Chávez anunció en junio de 2011 estar enfermo de cáncer el gobierno no ha divulgado ningún parte médico. Pero desde la última operación, ha informado a través de sus dirigentes sobre la evolución del presidente, quien permaneció bajo estrictas medidas de seguridad en La Habana.
En el hospital militar de Caracas, donde se rumorea que está ingresado en el piso nueve, efectivos militares custodian las afueras del recinto y tratan de evitar que se cuelen periodistas y curiosos, aunque no siempre con éxito. La prensa local recoge testimonios de empleados del hospital, que aseguran por lo general no saber absolutamente nada ni haber visto al presidente.
Maduro ha pedido a los simpatizantes chavistas respetar el perímetro del hospital, frente al que decenas de ellos se congregaron el primer día con pancartas y fotografías del mandatario.
Más allá de su salud, el debate público se centra en la postergada toma de posesión de Chávez, reelecto en octubre.
Según Evans, el gobierno podría estar preparando algún pronunciamiento sobre el futuro de Chávez «como que va a continuar (en el poder) o renunciar». En este último caso, la Constitución prevé la convocatoria de elecciones en 30 días, en las que Maduro sería el candidato oficialista, conforme a lo dispuesto por el presidente.