Lo que antes era uno de los parajes más bucólicos de Cabudare, hoy permanece sepultado en el olvido.
Iniciando por la escultura del Club Rotario que la precede una fuente sin agua, agrietada por la desidia y cuyo equipamiento desapareció por efectos de vandalismo.
El estanque de lo que una vez fue una fuente, es ahora un depósito de desechos, pues los vecinos del sector indican que cuando en el sitio se encontraba una alcabala de Polilara, “este espacio era el depósito de basura de los funcionarios”.
Desde ese lugar, ya frente a los urbanismos apostados en la Avenida Libertador, se observa tristemente una fila de gruesos troncos talados sin contemplación, que otrora hacían una especie de túnel por donde pocos rayos de Sol podían colarse, escenario de inspiración para muchos artistas plásticos.
La maleza, en cualquier época del año, casi alcanza el metro y medio de altura, sin mencionar que los árboles que aún quedan en pie, no reciben poda alguna.
Un paseo para la recreación
La alcaldesa Aura Contreras, en su momento, creyó acertadamente que este lugar podía convertirse en referencia para la recreación y el encuentro de las familias palavecinenses, por tanto construyó un hermoso paseo con luminarias, algunos bancos y caminerías de arcilla.
Actualmente sólo existen vestigios de los faroles, con sus bombillas quebradas, así como el banco de transformadores en el suelo.
Esta parte de la avenida Libertador está en penumbras, salvo por los postes propios de la arteria vial.
Seccionada la avenida
La isla central de la Avenida Libertador de Cabudare, como hemos dicho, era un lugar de referencia por su verdor, pues antes era el camino con dirección a la ancestral Hacienda Tarabana y el Camino Real hacia Barquisimeto.
Por muchas décadas, pese a la intervención del hombre y los gobiernos, el lugar parecía añejar la historia y encapsularla.
Sin embargo, las urbanizadoras iniciaron construcciones masivas de casas en el sector y para brindar mayor comodidad a los vecinos, decidieron seccionar la isla y todo lo que esas construcciones sin control implicaron.
Carente de drenajes
Debido a la superpoblación desmedida de Cabudare, donde no se tomó en cuenta la construcción de drenajes, las aguas corren hasta este lugar, como siempre había sido, pero no con la velocidad con la cual hoy concurren, para buscar los antiguos bucos para riego, que ya han sido borrados, lo cual genera inundación de la arteria vial y las viejas casas con sus respectivos solares.
Las correntías son voluminosas
La familia Pérez, habitantes del sector Camino de Tarabana, acotan que con la llegada de las lluvias es que resurgen todas las fallas de ingeniería en la zona.
Comentan que el nivel del agua que corre por la Libertador es de casi 60 centímetros, estancándose un buen volumen en la arteria vial y la otra desparramándose en una explanada que se convertirá a futuro en la avenida Tarabana.
Más agua para la calle
Pero esta sección vial sufre también un mal mayor: formación constante de huecos debido al estancamiento y/o botes de agua.
Dice Héctor Rodríguez, habitante de Camino de Tarabana, que varios urbanismos de la zona arrojan continuamente sus aguas a la arteria vial, lo cual ha producido el debilitamiento de la capa asfáltica, que a su criterio “es de pésima calidad”, formándose pequeños huecos que van en crecimiento.
La empresa de telefonía nacional, abrió una larga zanja por un costado de la sección vial (canal derecho) aplicando un asfalto cuya calidad está entredicho, pues gran parte desapareció, percibiéndose el extenso orificio que la Alcaldía de Palavecino deberá asumir.
Texto y fotos:
Luis Alberto Perozo Padua
