La presidenta Dilma Rousseff anunció este martes que su gobierno ayudó a sacar en dos años a 22 millones de brasileños de la pobreza extrema y ahora se propone localizar a otros 2,5 millones en lugares remotos para acabar definitivamente con la miseria en Brasil.
«Falta muy poco para que superemos la pobreza extrema», dijo la mandataria al anunciar una nueva ampliación de los programas sociales.
«Conseguimos desde junio de 2011, cuando lanzamos el Plan ‘Brasil sin Miseria’, hasta hoy, que firmo esta nueva ampliación de los beneficios, retirar a 22 millones de brasileños y brasileñas de la miseria», afirmó.
La presidenta consideró que este es «un hecho diferente de lo que está sucediendo en el mundo», donde países que eran líderes en bienestar social están reduciendo los derechos laborales y beneficios sociales de sus ciudadanos.
Exguerrillera izquierdista sucesora del popular Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), Rousseff llegó al poder en enero de 2011 con el compromiso de acabar con la miseria en este gigantesco país de 194 millones de habitantes, sexta economía mundial, pero también con una enorme brecha entre ricos y pobres.
Los programas de transferencia de renta conocidos como Bolsa Familia, impulsados por el expresidente Lula desde 2003, «aliviaron mucho la pobreza» en Brasil, integrando a millones de personas a la clase media, pero «en 2011 todavía 22 millones continuaban en extrema pobreza», dijo la ministra de Desarrollo Social Tereza Campello en una entrevista con corresponsales de agencias internacionales.
«Brasil sin Miseria» se ha centrado en garantizar que todas las familias inscritas en los programas sociales del gobierno alcancen una renta per cápita mínima de 70 reales por mes, o 1,25 dólares por día, considerada internacionalmente como el umbral de la extrema pobreza.
El gobierno anunció este martes una última ampliación de los beneficios sociales que se hará efectiva en marzo, con la que pretende llegar a los últimos 2,5 millones de personas inscritas en los programas sociales, pero cuya renta no alcanza ese nivel.
La ministra explicó que existen aún unas 700.000 familias (unos 2,5 millones de personas) que viven en la miseria pero están fuera de los programas sociales, porque viven en áreas remotas del país como la selva amazónica y también en las periferias de las grandes ciudades del sur y sureste.
«Nuestro objetivo es localizar a esas personas en el tiempo que tenemos» de gobierno, que concluye en 2014, señaló.
Casi 50 millones de brasileños se benefician hoy de los programas sociales contra la pobreza, que cuentan con un presupuesto de 11.500 millones de dólares, 60% más que el aplicado al término del gobierno de Lula, en 2010.
Rousseff afirmó que Brasil construyó «la tecnología social más avanzada del mundo (…) capaz de enfrentar el hambre, combatir la miseria y disminuir la desigualdad» y que está exportando a otros países en desarrollo.
Los programas de combate a la pobreza, además de complementar la renta, tienen como prioridad garantizar «acceso a servicios públicos de salud, educación, luz o agua potable o saneamiento», y «llevar oportunidades de empleo a esas familias», dijo a su vez la ministra Campello.
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