Un nuevo estudio llevado a cabo con 75.000 adultos ha llegado a la conclusión de que las personas de mediana edad son capaces de sentir más empatía que los jóvenes y los ancianos. Eso significa que son más propensas a responder emocionalmente ante las experiencias ajenas y a ponerse en el lugar de los demás para tratar de comprenderles.
El estudio, publicado en Journals of Gerontology: Psychological and Social Sciences, asegura que la evolución de la empatía humana a lo largo de la vida adulta tiene forma de «U» invertida, alcanzando su máximo en torno a los cincuenta años de edad.
Según Ed O’Brien, investigador de la Universidad de Michigan y coautor del trabajo, esta evolución se debe a que las habilidades cognitivas y las experiencias acumuladas durante la primera etapa de la vida adulta mejoran la función emocional; sin embargo, cuando la capacidad cognitiva comienza a deteriorarse por el envejecimiento, la capacidad de empatía también se ve afectada.
No obstante, los investigadores no descartan que este resultado se deba a un «efecto histórico». “Los americanos nacidos en los años sesenta crecieron en un contexto de movimientos sociales y lucha por derechos civiles que podría haber enfatizado sus emociones y entrenado su capacidad de ponerse en el lugar de otros grupos sociales”, aseguran.
En cualquier caso, los autores insisten en que es importante conocer el origen de la empatía debido a que “juega un papel esencial en la vida social cotidiana, está relacionada con actividades como el voluntariado y las donaciones, y es interesante saber si existen formas de aumentar la respuesta empática en la sociedad”, tal y como expone Sara Konrath, coautora de la investigación.
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