Hermanos de la congregación, estudiantes, profesores, personal administrativo y exalumnos, dieron gracias al Todopoderoso por 100 años de enseñanza y servicio de La Salle, en la celebración eucarística oficiada este domingo en la Catedral Metropolitana de Barquisimeto a las 10:30 de la mañana.
En un ambiente festivo, la comunidad lasalllista compartió alrededor del altar experiencias de vida y de formación en valores cristianos.
La misa fue presidida por el vicario de la arquidiócesis Owaldo Araque, quien expresó palabras de reconocimiento al trabajo que durante un siglo se ha fortalecido en las instalaciones ubicadas en la carrera 15 con calle 26.
“Es muy importante el oficio de educar a las nuevas generaciones y mucho más cuando se promueven valores cristianos.
Cuántos hombres y mujeres que ahora ocupan importantes cargos y han asumido responsabilidades en nuestra sociedad son egresados de la institución. Arquitectos, ingenieros, médicos, docentes e incluso religiosos que terminaron cautivados con el ejemplos de los hermanos de la Congregación.
Como designado por el arzobispo de Barquisimeto, monseñor Antonio López Castillo, extiendo mis más sinceras felicitaciones”, dijo en primera instancia el sacerdote.
Sentido de pertenencia
El hermano Antón Marquiegui, coordinador general de la congregación en Venezuela, recordó que La Salle celebra 100 años de servicio en la ciudad y el país.
-Quienes estrenaron a los hermanos fueron los barquisimetanos y el aporte ha sido un estilo de educación y que ahora vemos los frutos. Estamos hablando de gente trabajadora y honesta.
Una de nuestras características, es que la relación alumno-docente es muy llana, cercana, en pocas palabras es de hermanos.
Los valores que promovemos son la fe, ser hombres seguidores de Jesús, fraternidad, nos sentimos hermanos universales porque nos formamos para servir.
Reto de la enseñanza
Marquiegui señaló que el reto de la congregación es colaborar con la sociedad, promoviendo la tolerancia desde los salones de clases, preparando a las nuevas generaciones para un escenario político hostil y marcada división.
“Necesitamos personas que sean parte de la solución y no del problema, ciudadanos comprometidos y agentes de cambio, que desde sus puestos de trabajo y condición social, fomenten el amor, honestidad y solidaridad. En la medida que de nuestras instituciones egresen ciudadanos con conciencia ciudadana y abiertos a otros pensamientos en cuanto al ámbito político e incluso religioso, tendremos un país verdaderamente libre”.