Algunos pensaran que si de escases y disfraces se trata, una carroza de productos básicos, sería la ganadora, pero la carroza más asombrosa y que todavía tiene comentando a muchos, estuvo rodando mucho antes de Carnaval. Su tema: la verdad.
Pretender ser algo que no se es, es disfrazarse, querer parecer autoridad sin serlo, denunciar la corrupción siendo corrupto, solicitar respeto cuando se agrede y se insulta, hablar de paz y comprar millones en armas, profesar los derechos humanos, mientras se encarcela por decisiones políticas, cruzando la línea de la tortura física y psicológica, decir que la devaluación es más dólares para el pueblo, mientras se destruye la producción y se importa casi todo lo que consumimos, hablar de la dignidad de los pueblos mientras se alaba a las dictaduras que los esclavizan, pedir patriotismo contra el imperio, mientras se entrega la soberanía a otros países, apoyar la propia e ilógica deserción, con la excusa de que hay un plan para implantar un paquete, que luego se aplaude en los límites del corral del nuevo bando, robar y decir que es expropiar, ponerse el mono deportivo del usurpado y la gorra de su oponente, para así pretender ser el poseedor del báculo que traduce órdenes, para pagarse y darse el vuelto con los dineros de la nación, es todo un disfraz de verdad.
En la comparsa de la verdad caben muchos, el que trajo el oro para luego llevárselo, el que endeudo a Pdvsa y declara la independencia petrolera, el que se burla de la renuncia por enfermedad del Papa y pide respeto a la enfermedad de otro, los que dijeron que el Presidente no estaba enfermo durante la campaña y se enfurecían cuando se decía esto, los que profesan un mando y directrices que no son tales, muchos son los disfrazados en la comparsa, los que interpretan a más no torcer la ley, los que investigan a todos menos a los que son, los que con lista de reos muertos en la mano, culpan a los medios de las matanzas, los que hablan de transparencias, mientras cambian las reglas del juego electoral a conveniencia, todos compitiendo por quien tiene el mejor disfraz de verdad, y aunque esté ganando el disfraz de hombre sano, que escribe cartas, gira instrucciones e incluso habla y supervisa a través del satélite Francisco de Miranda, ya se sobrevino el final de un Carnaval inmoral, donde no importa cuánto papelillo o billete se lance, las caretas empiezan a caer y los “socios” internacionales se empiezan a preocupar por la liquidez, por la legalidad, por el cumplimiento de los contratos y los seguidores nacionales por los pagos, la escasez, la inflación, la inseguridad y el desgobierno del virreinato de la ineptitud y la corrupción.
No sé a ustedes pero a mí me pareció un Carnaval sobrevenido, donde el premio se lo llevó, anunciado por su presentador rodilla en tierra cual loteria, la comparsa de la verdad.
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