La revolución reaccionaria
La palabra revolución atravesó el siglo XX de la mano de Karl Marx y en ella se expresaba la idea de construir una nueva sociedad como expresión real de las diversas utopías definidas en la modernidad, de la mano redentora del proletariado y de las masas.
Con el tiempo las revoluciones terminaban siendo un proyecto de poder de una nueva hegemonía, de una nueva clase, partidista-burocrática-militar, élite estructurada en torno a un liderazgo providencialista y fuertemente condicionada por el culto a la personalidad del líder.
Este fenómeno se expresó tanto en la izquierda como en la derecha política, configurando un proyecto totalitario amparado bajo la palabra “revolución”. Con el tiempo, tanto las revoluciones de izquierda como las de derecha terminaron siendo proyectos políticos hegemónicos-sectarios y totalitarios y coincidían en lo fundamental: tanto en la negación de la libertad y la dignidad de las personas como en la negación de la democracia y de los derechos humanos.
En Venezuela, la palabra revolución terminó identificando a cualquier aventurero de la política y su asalto al poder; así tenemos la revolución azul, la revolución federal, la revolución libertadora, la revolución restauradora y por ahora, la última, la bolivariana. Cada revolución niega el pasado inmediato y entronca con un pasado lejano mitificado y manipulado, lo cual le permitió decir a Marx en su magistral ensayo histórico, El 18 Brumario de Luis Bonaparte: “En aquellas revoluciones, la resurrección de los muertos servía para glorificar las nuevas luchas… todo un pueblo que creía haberse dado un impulso acelerado por medio de una revolución, se encuentra de pronto retraído a una época fenecida… en donde circunstancias y condiciones permitían a personajes mediocres y grotescos representar el papel de héroes”.
Con la experiencia histórica del siglo XX a la vista, revolución y totalitarismo llegan a ser casi sinónimos para configurar un sistema político totalitario no importa si se llama comunista o fascista. Sistemas que pueden ser caracterizados (Revista Nueva Política, Nov. 2012): 1, por un nacionalismo a ultranzas; 2, una negación de los derechos humanos; 3, identificación de un enemigo externo unificador como por ejemplo, el capitalismo, el imperialismo, la burguesía, los judíos, etc; 4, supremacía de lo militar; 5, sexismo rampante; 6, control de los medios de comunicación; 7, obsesión con la seguridad nacional; 8, sincretismo entre religión y política; 9, el poder corporativo es protegido; 10, el poder laboral es suprimido; 11, desprecio por los intelectuales y las artes; 12, obsesión por el crimen y el castigo; 13, rampante amiguismo y corrupción y 14, elecciones fraudulentas.
http://angellombardi.com