La renuncia del Papa
JOEL RODRÍGUEZ RAMOS
Nadie se imagina la cantidad de temas que tenía en mi mente para tratar esta semana. Tenía duda acerca de cuál escoger, algunos me parecen poco edificantes, como las sesiones de la Asamblea Nacional, las denuncias de corrupción del señor Cabello o la nueva devaluación de nuestra moneda, una y mil veces negada por el gobierno y por funcionarios del Banco Central de Venezuela y decretada, en apariencia, por el señor Chávez desde Cuba. Pero en el momento que me disponía a escoger y escribir estas notas, una mañana silenciosa y solitaria por el asueto de carnaval, me sorprende la noticia de la renuncia del Santo Padre Benedicto XVI. Por supuesto que un Papa puede renunciar, el Cánon 332 del Código de Derecho Canónico establece: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie.” Ahora bien, sorprende esta noticia, no sólo porque no la esperaba, el mundo no la esperaba, sino porque el último Papa que renunció lo hizo en 1415, Gregorio XII, es decir, hace casi 600 años, por tanto no es un hecho que ocurra todos los días. Ha sido para mí y para todos, una noticia impactante.
Como católico debo ver esta renuncia dentro de la perspectiva de la fe, sobre todo estando dentro del año de la fe, proclamado precisamente por el Santo Padre Benedicto XVI. Debo recordar a todos, creyentes o no, que el Papa es, como dice el mismo Código de Derecho Canónico, “el primero entre los Apóstoles, función encomendada singularmente por Cristo a Pedro. Es cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia universal.”El Papa es ServusServorum Dei, Siervo de los Siervos de Dios. Es decir, ser Papa no es ser un líder cualquiera, aunque ejerza un liderazgo.El Papa es el representante de Cristo en la tierra, “la piedra sobre la cual está edificada la Iglesia”, según el designio divino. Y en palabras de Santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia, el Papa es el “dulce Cristo en la tierra”. Qué hermosa es nuestra fe. De manera que ser Papa no es cualquier cosa. Es inmensa la responsabilidad que caen sobre los hombros de una persona que, ciertamente, tiene una gracia divina muy especial, pero que es igual a todo mortal, frágil, y en este caso de Benedicto XVI,viejo, enfermo y cansado, casi sin fuerzas, como él mismo ha dicho. Su responsabilidad es ante Dios y su conciencia y si ésta le dice que ya no debe continuar, demuestra un gran sentido de responsabilidad, una gran sinceridad ante Dios, ante su prójimo y ante sí mismo y una humildad heroica. Mucho arrogante debería aprender.
La edad de Benedicto XVI, casi 86 años, los cumplirá el próximo 16 de abril, debe estar haciendo mella en su cuerpo. Quizás la memoria ya le falle, sus movimientos deben ser torpes y lentos. Probablemente requiera de mucha ayuda para las exigentes tareas que debe cumplir. Benedicto XVI tiene a estas alturas, dos años más de los que tenía Juan Pablo II cuando murió. Cuatro años más de lo que tenían Juan XXIII y Pablo VI al morir, cinco más de los que tenía Pío XII al morir y 18 más de los que tenía Juan Pablo I al morir. Dios le ha concedido una longevidad inusual en un Romano Pontífice.
Todavía es muy prematuro evaluar con exactitud la dimensión y consecuencias de esta renuncia. A un Papa los elige Dios mismo. Los cardenales y las circunstancias que les rodean, son los instrumentos de Dios para tomar su decisión. Confiemos nuevamente que en este cercano Cónclave la Divina Providencia nos regale un nuevo Papa sabio, prudente, sonriente, piadoso, cercano a todos y santo como han sido los últimos pontífices. A Benedicto XVI un adiós agradecido, no solo por los casi 8 años deintenso y amoroso servicio a la Iglesia como Romano Pontífice, por sus encíclicas, sus viajes, sus exhortaciones apostólicas, sus audiencias públicas de los miércoles, tuve oportunidad junto con mi esposa y una hija, su esposo y sus hijos, de estar el 27 de junio pasado en una de esas audiencias y verlo personalmente. Gracias también por todos sus años en la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en el arzobispado de Münich, Alemania, por sus años como profesor de Teología y sus años de simple sacerdote. Su pontificado pasa a la historia como uno de los más luminosos y grandiosos de la Iglesia. Gracias Santo Padre.