La sentencia de la infamia
Cecilia Sosa Gómez
El oficialismo, en las personas del vicepresidente Maduro, Diosdado Cabello (presidente de la AN) y Luisa Estella Morales (presidenta del TSJ) asumieron una salida a la ausencia de Hugo Chávez -hoy presidente electo- absolutamente irreal, pero que a juicio del binomio Castro (República de Cuba) resultaba idónea para hacer tiempo a fin que los seguidores de Chávez se acostumbren a que no estará pero mediante una ilusión, sigue gobernando.
La sociedad venezolana no puede entrar en esta fabulación de que todo se redujo a un permiso por más de cinco días sin fecha de regreso, solicitado por el presidente de la República para ir a la Habana a operarse de un tumor canceroso.
Hay ausencia por cuanto no pudo tomar posesión del cargo para el cual fue electo y no prestó el juramento el 10 de enero como manda la Constitución, el texto que pretende ser sentencia sostiene que no hay ausencia del territorio nacional, aunque reconoce que está de permiso en la Habana, y por tanto no puede aplicarse a Chávez ningún tipo de ausencia constitucional, ni temporal ni absoluta.
Ahora bien, sí se reconoce en ese texto emanado de la Sala Constitucional que comenzó un nuevo período constitucional para el presidente electo el 10 de enero de 2013, prohibiendo que pueda ejercer las funciones del presidente nadie más en el país.
Ciertamente hubiera podido aplicarse para asegurar las políticas del presidente electo si alguno de los altos funcionarios, Maduro o Cabello, asumían temporalmente la presidencia, pero dejando al presidente “reelecto” en ejercicio, quien se desempeña en el cargo de Vicepresidente se reduce a sus funciones propias, las que dependen casi absolutamente todas para gobernar en su nombre de la autorización del presidente.
Por tanto una de las consecuencias es que la sede del poder público está en la República de Cuba, lo que significa la pérdida de la soberanía e independencia de Venezuela.
Nadie pensó que la salida absurda del TSJ -para asegurar la continuidad de los funcionarios nombrados por Chávez- dejó sin poder al vicepresidente ejecutivo quien naturalmente ante la falta relativa, dada la fuerza mayor, debía sustituirlo provisionalmente.
¿Lo único que cabe es invocar “Queremos ver al presidente” y determinar quién gobierna en Venezuela? O dedicarnos a sembrar conciencia de la situación ante el colapso institucional en que nos han colocado estos funcionarios que quieren sustituir a Chávez.
