#opinion: El inmenso claustro de la noticia. por: Jorge Euclides Ramírez

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El inmenso claustro de la noticia

A María Hortensia (in memorian) y Ángela ( ex corde), dedico

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Cada noticia tiene componentes temáticos que la convierten en pieza inicial de un inmenso rompecabezas que toca al periodista armar para llevar al receptor una clara noción informativa del episodio cotidiano.
Igual que un telar donde se entrecruzan hilos conformando una trama que en su conjunto hace desaparecer lo individual frente a lo colectivo, los periodistas somos tejedores de incontables historias cotidianas que nos convierten en conciencia colectiva del hecho humano pagando el precio de diluir nuestro ego en las ondas expansivas que producen las noticias como fenómeno del conocimiento.
Manejar debidamente estos contextos requiere de una cultura básica que permita relacionar con rapidez y eficiencia lo cotidiano, siempre imprevisto, con las referencias permanentes del conocimiento documentado y validado académicamente. Este proceso que un buen periodista realiza de manera automática es el gran regulador de la agenda diaria de la humanidad y es también el inmenso claustro que habitamos ahora en calidad de monjes cibernéticos.
Ese estar encarnados como individualidades pensantes aunque heterodirigidas dentro del trasiego comunicacional diario es al mismo tiempo que una gran pasión un mecanismo conductual que nos aísla y transforma en testigos privilegiados de la noticia, en monjes solitarios de un cosmos informativo que nos seduce y consume con las llamas devoradoras de una tragedia humana que se repite a cada instante en los ciclos incesantes de vida y muerte, amor y odio, orden y caos, noticia y noticia, vuelta a comenzar cada 24 horas.
Todo este marco de vida profesional, que es también social y familiar, se acentúa o intensifica cuando el periodista está en funciones de coordinar salas de redacción o cualquier tipo de equipos reporteriles. Allí las llamas con su energía seductora son más fuertes y el compromiso vital más extenuante porque opera la simultaneidad de varias sincronías. «Todos los fuegos. El fuego», en palabras de Cortázar.
En una sala de redacción los tiempos se comprimen o dilatan según el reloj del vértigo o la espera, el ritmo biológico se adapta a los compases de emisiones apresuradas o silencios emboscados a la hora del cierre editorial. Entonces el coordinador a cargo se transmuta en demiurgo para sacar noticias de la chistera bajo la única condición de la certeza verificada. La soledad entre lo inconmensurable de la información disponible y las expectativas de un público con un estándar particular de interés noticioso viste al periodista selector de partero que da nacimiento a una verdad mediante su revelación mediática.
Si bien todos los periodistas de alguna manera somos protagonistas dentro de estos procesos de epistemología cotidiana, algunos la representan o exponen con mayor nitidez y legitimidad. De hecho todas estas reflexiones me afloraron al leer la nota de la estimada colega Ángela Ameruoso sobre la muerte de su fraterna amiga María Hortensia Zapata. Toda una vida compartiendo universidad, trabajo y vecindad. Toda una vida profesional de logros y reconocimientos. Toda una vida codo a codo en el inmenso claustro de la noticia. María Hortensia era estampa viva de la vocación infatigable convirtiendo al periodismo en un motor de vida sin darle pausas a enfermedades por más graves o limitantes que estas fueran. Quiso la muerte interrumpir esta misión sagrada frente a lo cual Ángela escribe una nota donde la desafía y la ignora, apártate muerte parece decirle, ella promete continuar el trabajo conjunto que escogió junto a María Hortensia siendo apenas dos periodistas recién egresadas de la UCV.
María Hortensia según Ángela subió al cielo a escribir su mejor reportaje pero debe estar dispuesta a continuar junto a ella para enfrentar las nuevas aventuras profesionales que les esperan. No es una metáfora sino un compromiso vital lo que inspira este texto, así lo entendimos miles de lectores a quienes la emoción se nos concentró en la garganta y en los ojos. Con María Hortensia apenas si crucé breves palabras con todo y haber coincidido como periodistas por más de 30 años en Barquisimeto. A Ángela la descubrí, en unión de mi esposa, como un ser humano espléndido y solidario hace pocos meses. María Hortensia y Ángela son un orgullo del periodismo larense y un ejemplo intelectual y ético para las nuevas generaciones. Dios las bendiga.
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