#opinion: Ciudad de vientos y brisas por: Julio Portillo

Entre la Cordillera Andina y las Costas del Caribe hay una ciudad que pareciera secreta. Pasa inadvertida y anónima para quienes repiten que Caracas es Venezuela y lo demás monte y culebra. Hasta ahora solo la habíamos visto como tierra de paso hacia Caracas o Maracaibo. Pero al analizarla desde un punto de vista geohistórico y estratégico, descubrimos que pudiera ser la Brasilia de la Venezuela del futuro.
Los españoles la llamaron Nueva Segovia y fue fundada en 1552 por Juan de Villegas. Quién iba imaginar que aquel poblado de 1041 casas, 1218 familias y 8776 habitantes iba a convertirse en lo que el poeta Abigail Lizano llamó “La Reina de Occidente”, convertida en capital del Estado Lara desde 1881. Desde el período prehispánico era tierra de intercambios entre las etnias indígenas. Como otras ciudades de la entones Gobernación y después Capitanía General de Venezuela, necesitó ser reconstruida más de una vez, para convertirse entonces, como apuntara Jesús Saavedra en “un encuentro de paisajes”.
Ciudad de vientos y de brisas. De vientos, porque al observar sus sembradíos descubrimos que este es el gran agricultor. Y de brisas, porque la suavidad de la comunicación de su gente la hace acogedora a propios y extraños. Ha sabido matizar a lo largo de su historia los intereses económicos, la sed de avaricia y los desmanes de sus guerras civiles de 1835 y 1874. Barquisimeto está convertida en una ciudad sobria y elegante. Su paisaje urbano es prometedor. Calles rectas y alegres y aun las tortuosas y sinuosas, están limpias y sus casas transmiten bienestar. Punto nodal de comunicaciones o como la llamó el geógrafo Agustín Codazzi “reunión de caminos”.
Es importante destacar que por su ubicación geográfica al ejercer un claro liderazgo sobre los Estados Falcón, Portuguesa, Trujillo y Yaracuy, ha desarrollado, sin quizas advertirlo, una influencia que pudiera trascender más allá de lo económico y situarse en lo político. Por eso, no sería de extrañar que los futuros presidentes de Venezuela vinieran del Estado Lara y de eso debieran tomar nota las diez universidades que posee Barquisimeto, paraprofundizar la formación de la juventud nativa en el campo de las Ciencias Políticas.
Con la óptica de un forastero sorprendido, puedo asegurar que la visita a Barquisimeto me proporcionó el encanto de la novedad. Cuajada de los primores y milagros de la Divina Pastora, “la soberana del soberano” como la llamó Ramón Guillermo Aveledo en uno de sus escritos,  le deja a uno profunda emoción. Es una ciudad de sugerencias. La luz de sus crepúsculos es polvo de oro y es que como dijera Arturo Uslar Pietri  “Barquisimeto es una ciudad donde el espectáculo es el cielo”. Sus colinas cuidan el sueño de los guaros que luchan por librarse del centralismo voraz del actual régimen.
Sus entornos próximos, Duaca, Bobare y Santa Rosa le proporcionan fuerza y movimiento. Un nuevo imaginario nos la hace ver libre del acecho de buhoneros, empeñada en un ideal urbano, con unos equilibrios entre sus diferentes partes y donde incluso se resucite el encanto de la ciudad del pasado. Instituciones como el diario EL IMPULSO, Decano de la prensa nacional, el Colegio La Salle y sus centros de educación superior, sus múltiples empresas, la gestión del Gobernador Henri Falcón, la artesanía proveniente de Quíbor, Carora y El Tocuyo, el queso de cabra, la fibra del cocuy, el aguardiente de la caña, sus lienzos de algodón y lana, el propio río Turbio,  la dotan de personalidad y raigambre. Podría decirse parodiando a Leopold Kohr que los guaros no aman a Barquisimeto porque es  hermosa, sino que es bella porque los larenses la han amado. Definitivamente Barquisimeto es un libro abierto.