Algunos países latinoamericanos ven renacer corrientes políticas progresistas que se oponen a la continuidad de la hegemonía de los Estados Unidos de América (EEUU). Se consolidan experiencias integracionistas como el Mercado Común del Sur (Mercosur); surgen otras nuevas como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que busca, entre otros objetivos, el fortalecimiento del diálogo político para asegurar espacios de concertación para la integración del subcontinente en el escenario internacional; surge la Alternativa Bolivariana para la América (ALBA), como una propuesta de integración de los países de América Latina y el Caribe, basada en la solidaridad, cooperación y complementariedad que se opone a la propuesta neoliberal de Estados Unidos de un Área de Libre Comercio para la América (ALCA) y más recientemente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), una especie de Organización de Estados Americanos, pero sin la presencia de Estados Unidos ni Canadá, que nació en el 2012.
En ese contexto surge la realidad actual venezolana, pero también ese contexto ha sido modificado, perneado por las propuestas que desde Venezuela se hacen a favor del respeto a la soberanía, en defensa del estado nacional, las identidades culturales, de nuestra materias prima, y sea el caso mas elocuente la reivindicación de la OPEP, la necesaria integración entre los países del tercer mundo, ante un mundo con pretensiones hegemónicas y unipolar y una política exterior nada ecléctica, nada vacilante, frente al capitalismo, contra el imperialismo. Mas que el liderazgo del presidente de la república a nivel mundial es innegable el impacto de lo que esta sucediendo en Venezuela en el resto de los países y fundamentalmente de nuestros vecinos latinoamericanos.
Venezuela es hoy el ensayo socialista más importante del mundo. Seguidores y detractores fijan su atención sobre el futuro del país. Se quiera o no aceptar el proyecto político venezolano ha producido modificaciones hasta en la política exterior norteamericana, que ha visto disminuir su papel preponderante en la región, donde una década atrás parecía contar con puros aliados e incondicionales y donde Cuba era visto como excepción, como un fenómeno extraño. Hoy, en buen parte como consecuencia de las radicales medidas neoliberales, la situación social y política en América latina se ha revertido, en algunos casos en proyectos políticos claramente antagónicos como son el caso de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, pero también en la mayoría de otros países, que aunque con moderación han puesto freno al neoliberalismo y a las pretensiones hegemónicas de los Estado Unidos.
Hoy por el contrario son excepciones los gobiernos incondicionales a la política exterior Norteamérica y defensores del neoliberalismo y en países como México, Colombia y Perú la población ha marcado claramente su posición y son evidentes los vientos de cambio. En Venezuela se esta gestando un proyecto alternativo al neoliberalismo, un proyecto autónomo de socialismo. Reconociendo el apoyo de Cuba, China, Rusia, entre otras naciones, es un una construcción propia, por eso las contradicciones, las deficiencias. Hay un enfrentamiento contra la burguesía nacional, en la lucha contra el latifundio, los oligopolios, los acaparadores. Se han nacionalizado y entregado empresas a los obreros para su gestión. No hay la menor duda de que la mayoría pobre en Venezuela viene siendo incluida, no con dadivas populistas sino con tierras, créditos, formación académica, técnica y política, salud, cultura, participación política y control sobre la gestión publica. Se ha enfrentado no solo en el discurso al imperialismo y el capitalismo, los procesos de integración latinoamericanos, las alianzas con los países del sur van tomando fuerza y obteniendo resultados reales.
Ya no son sólo las voces de los humanistas, los socialistas, grupos ecológicos sino connotados científicos, muchos de ellos miembros de las más prestigiosas instituciones científicas del mundo desarrollado, quienes han advertido que al ritmo de producción capitalista actual la vida sobre la tierra tienes los años contados. Ya no es la amenaza del Apocalipsis por un mundo inmoral. No, es la palabra de quienes siendo pagados para continuar el desarrollo del modelo imperante han tenido que reconocer que de seguir la carrera de consumo de recursos naturales y producción de contaminantes, muchas de las especies, entre eso la humana, tendrán dificultad para subsistir en las próximas décadas. Ya no se trata sólo de denunciar la explotación capitalista, de lo que se trata es de enfrentar la destrucción del mundo.
#opinion: Pensar – ¿Un mundo sin esperanza? (1/2) por: Pedro Rodríguez Rojas
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