El aplaudido autor de Venezuela Heroica, Don Eduardo Blanco, dijo en el tono de su romántico ditirambo: “Cuando muere un sabio, las columnas del Templo de Minerva, visten de negros pendones”. Hemos querido recoger el sentido efusivo de esas palabras, a propósito de la luctuosa noticia que viste de perenne luto el propileo sacro de la Academia venezolana. Ha muerto el doctor Blas Bruni Celli y el que representaba el alma y el espíritu mejor consustanciado con la misión y el deber de un académico, de las cinco Academias que posee Venezuela, cuatro lo tuvieron merecidamente como su individuo de numero, que dio lustre y prestigio a las responsabilidades de grado sumo en el excelso que hacer de la Academia venezolana.
El doctor Blas Bruni Celli, era nativo del Estado Lara y vinculado con entrañable afecto al pueblo de Anzoátegui su terrón nativo. En El Tocuyo realizó sus primeros estudios y recibió el influjo de la cultura clásica y la tradición docente del venerable maestro Egidio Montesino y su benefactor Colegio de la Concordia, fanal que irradió sin cesar por la región de Occidente. En la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, realizó su carrera universitaria en Medicina, especializándose en Anatomía Patológica, alcanzando lauros científicos que hicieron de él una referencia, nacional e internacional, en la materia.
En columnas anteriores, publicadas en este mismo vocero, mucho nos referimos al nombre científico del doctor Bruni Celli, precisamente en el debate que suscitó el oficialismo, al promover la exhumación de las sagradas arcillas del Libertador, para demostrar lo innecesario de esta alharaca, dirijimos que ya todo había sido demostrado por un profesional de renombre y un especialista en la materia.
En la Mesa Redonda auspiciada por la Sociedad de Historia de la Medicina, que congregó a lo más brillante de la docencia superior de la nación en el campo de las Ciencias Médicas, fué escogido el doctor Bruni Celli como docto profesor de Anatomía, quien en conclusión definitiva, demostró que la enfermedad causante de la muerte del Libertador, fue “una tuberculosis pulmonar bilateral fibrosa ulcero cavernosa con diseminación bronco neumónica. “No necesitaba el Gobierno Nacional, hacer tanto aspaviento con la exhumación y ofensas que tributó a la memoria sagrada de Bolívar, cuando la opinión científica del doctor Blas Bruni Celli era suficiente y contenía el testimonio autorizado de un eminente medico venezolano, con lo cual se hubiera evitado el dineral saudita que se gastó, para favorecer las arcas de un profesor extranjero y que todavía no ha dado conclusión final a la obligación contraída.
Además, en otros campos y en densos estudios de investigación científica, también ha brillado la diáfana inteligencia del doctor Bruni Celli, como historiador, traductor, filosofo, bibliógrafo, helenista gran conocedor de la cultura griega, fue profesor de griego en la Universidad de Caracas y mantuvo abierto un Centro de Estudio para la enseñanza de esta lengua.
Portentosa la vida de Blas Bruni Celli, murió criando, imaginando y pensando. Vivió un largo y genial lapso de 87 años y son muy numerosos sus aportes, a la Medicina y a las Ciencias Naturales, a la Filosofia y a la Historia. En integridad total: humanista y científico. Todo tenía cabida en sus manifestaciones de ingenio humano.
Grandes son las dimensiones de su obra. Sería suficiente presentar uno solo de sus desbordantes libros, para comprender su incomparable aporte al pensamiento. Basta con mencionar: “Venezuela 5 siglos de Imprenta”, nadie, más que él, ha sido capaz de tan compendiosa obra de diáfano ingenio y de infinita erudición, donde arriba a las concepciones, los contenidos y valores más sofisticados de este febricitante Siglo XXI.
Con cuanto método, originalidad y aptitud, llevó a cabo la tarea exigente de publicar las Obras Completas de José María Vargas, un sabio de su tiempo y renovador de la Universidad Republicana. El primer Presidente Civil de nuestra Historia y, sobretodo, el primer Magistrado Civil de la Nación, que repelió el zarpazo de fuerza propiciado por Pedro Carujo. Lo que revela, el temple civil de Bruni Celli como ciudadano de estirpe democrática, apto para la vida y el ejercicio de la democracia.
Indicamos también, que otra de esas prodigiosas obras, fruto de acendrada investigación, es Arca de Letras y Teatro Universal, de Juan Antonio Navarrete de sobresaliente merito, que junto con la edición de las Obras Completas de Adolfo Ernt, fundador del Positivismo en la UCV, forman el más completo legado filosófico y científico de un maestro que está enseñando todavía.