La Fundación Juan Carmona de EL IMPULSO y la Fundación Fototeca de Barquisimeto auspiciaron el pasado jueves el foro Lectura de la obra foto-cinematográfica de Amábilis Cordero, como parte de las actividades complementarias de la muestra fotográfica Memorias de una devoción, en exhibición en la Sala de Exposición de esta casa editorial.
La tertulia inició con la ponencia de Carlos Eduardo López, presidente de la Fototeca, quien compartió con los presentes la vida, estudios e influencias de Cordero en el área fotográfica.
Amábilis Cordero nació en Duaca el 31 de marzo de 1892. Fueron sus padres el general Juan Onofre Cordero y Mercedes de Cordero. Se casó muy joven con Carmen Tovar, con quien tuvo dos hijos. Enviudó a los 17 años. Luego, en 1917 contrajo matrimonio con Carmen Montesinos, también viuda, su musa.
Estudió fotografía en una de las primeras escuelas de la ciudad, una de esas instituciones fue creada por Sinforiano Mosquera Suárez. Otra escuela de fotografía fue la de los hermanos González.
“En la escuela de los González se inició Amábilis Cordero en la fotografía en 1917. En 1920, Cordero ya era un reconocido fotógrafo”, agregó López mientras mostraba algunas de las primeras fotografías de Cordero, quien también era pintor y dibujante.
Muchos de sus trabajos originales eran retocados con creyones, tizas y otros materiales plásticos, a fin de acentuar la ropa, el ambiente, entre otros elementos.
Cordero dio vida a los Estudios Cinematográficos Lara, allí impartió clases de fotografía y cine.
Varios de los trabajos de Amábilis Cordero fueron reflejados en la Guía General de Venezuela.
En 1925 el Hermano Nectario María publica Los milagros de la Divina Pastora. La obra desde su aparición tuvo un éxito rotundo.
Hubo una segunda edición que el Hermano Nectario no llegó a publicar, complementada con fotografías de Cordero, devoto mariano que realizó innumerables gráficas de la Virgen a lo largo de varias décadas.
“En su obra cinematográfica la fotografía era una constante. Las composiciones de sus tomas, daban cuentan de su experiencia como fotógrafo. También, le gustaba exaltar el paisaje larense y sus escenarios naturales”.
El trabajo que realizaba con la luz y el dominio de los ambientes naturales hablaban de sus destrezas fotográficas.
Un niño que hizo cine
Para Gilberto Agüero, Amábilis Cordero fue un genio del cine en un Barquisimeto de pulperos. “Un soñador, un niño que hizo realidad el cine”.
Cordero trabajó con múltiples limitaciones mientras hacía de director, guionista, vestuarista y publicista.
“Amábilis dio la última galopada del cine mudo. Él sabía que venía el sonoro y aceptaba que no podía enfrentarle. Si hubiese contado con tres personas con mismo talento, habría hecho cosas maravillosas”.
Sus creaciones cinematográficas estaban cargadas de un viso poético que giraba en torno a lo técnico, esto porque él era un gran fotógrafo, además, confiaba en la interpretación por parte de los espectadores.
A juicio de Agüero, el cineasta larense tuvo una valentía incuestionable por atreverse a hacer cine en el año 30.
“En esa época no existía la posibilidad de obtener alguna colaboración del Gobierno y la gente tenía miedo. Amábilis se declaraba abiertamente religioso para que nadie le tuviera miedo a las cámaras”. Don Amábilis, dijo el también cineasta, hizo mucho con lo que pudo.
“Es preciso ver sus películas con cariño. Allí se aprecia la precariedad con la que trabajó. Eso es comprensible. Sólo nos queda ver sus trabajos y tener la benevolencia de espíritu para comprender quiénes influyeron en su vida cuando tuvo la osadía de hacer cine”.
Acotó que en la película La cruz de un ángel es posible apreciar un western barquisimetano. “Sus películas se veían. Fue una etapa muy linda. A él debemos agradecerle tanta reliquia foto-cinematográfica”.
Fotos: Edickson Durán y cortesía Fototeca de Barquisimeto