En la entrada principal del Centro Penitenciario de Centro Occidente, se rememora casi exactamente el conflicto de Rodeo I y II en 2011, y La Planta en 2012: montones de angustiadas mujeres por conocer el paradero de sus esposos e hijos después de la incursión de la Guardia Nacional en el penal el viernes pasado.
El desalojo se llevó a cabo en tiempo récord hacia diferentes cárceles del país. La tristeza y la angustia permanecen latentes entre los familiares de los internos, en especial mujeres, madres, esposas, hijas que aún buscan a sus seres queridos entre los listados que han colocado improvisadamente en un autobús estacionado en la parte externa del recinto penitenciario.
La mayoría conoce el paradero de sus familiares pero han mantenido muy poca comunicación con ellos y no hay nadie quién los informe de sus condiciones.
“Se los llevaron con la ropa que cargaban y nada más. Están pasando hambre en cárceles muy distantes y no hemos podido siquiera comunicarnos vía telefónica porque hasta los teléfonos fueron destruidos”, expresó Nelly de Torres, madre de uno de los reclusos que fue enviado a la cárcel de Coro.
“Pedimos que por lo menos sean trasladados a centros penitenciarios más cercanos para que no sea tan difícil poder ir a visitarlos. La ministra Varela ha ofrecido de todo, sólo para ocultar la masacre que hicieron en Uribana. Los trataron como animales, mientras venían a limpiar con sangre. En 15 días todos se olvidarán del caso Uribana pues creen que nuestros hijos no son seres humanos”.
Otra de las preocupaciones generalizadas entre los familiares son los juicios y el retraso de los mismos, situación que por años se ha mantenido como una de las principales causas del hacinamiento carcelario. “El retardo procesal será todavía peor. Si aquí ya tenían problemas en otros estados no les harán los juicios en las fechas correspondientes”, indicó María Elena Rivero, otra de las madres que angustiada pedía noticias de su hijo.
La falta de información y el tener a sus familiares alejados ha desesperado a quienes condenan los hechos, describiéndolos como una masacre planificada y sin ningún tipo de mediación.
“Llegaron con tanquetas y armados. Nuestros hijos fueron engañados y creyeron que todo sería pacífico y miren todo lo que pasó”, manifestaron con lágrimas en los ojos las madres y esposas que desde el viernes no han tenido paz.
A la deriva
Algunos de los internos lograron comunicarse con sus familiares, minutos antes de ser trasladados; de la mayoría poco se sabe su estado de salud.
“Ellos están incomunicados, pasando hambre, solos y desnudos. No tienen nada y nosotros no hemos podido ir a verlos. Es un trato inhumano, una situación que nos preocupa”, expresó Elvira Rodríguez, quien pidió a las autoridades cumplir con los compromisos adquiridos de facilitar los transportes que sean necesarios para que los familiares puedan ir a ver a los internos en las cárceles más alejadas.
“Mi hijo está en Tocorón, herido, y no recuerda siquiera sus datos personales. Uno de los compañeros me avisó que estaban allá pero no ha recibido ningún tipo de atención médica. Esperamos que la ministra cumpla con lo prometido y en poco tiempo los regresen a Uribana”.
Además, pidieron la intervención de los diputados de la Asamblea Nacional, pues se realizaron traslados inconsultos.
Amanda Tamayo también relató la angustia que se vive a las afueras del penal: “No tenemos los medios para ir a visitar a nuestros familiares en Caracas y en Coro. Son muchos gastos. Son madres que estamos sufriendo, al menos sabemos que nuestros hijos están vivos pero otras no saben su paradero”.
Mientras, con la voz entrecortada, otro nutrido grupo de madres pedía ayuda. “No tenemos recursos para trasladarnos a Caracas, gracias a Dios nuestros hijos salieron vivos de esta masacre, pero no sabemos si en verdad están bien. Queremos que los regresen o por lo menos los coloquen en cárceles más cercanas. Lamentablemente hay muchos fallecidos pero necesitamos que nos tiendan una mano”.
Desaparecidos
Muchos familiares esperan respuestas y algún tipo de información sobre el paradero de los internos que no se encuentran en ninguno de los listados, ni en morgue o centros hospitalarios.
“Hay personas que han venido de otros estados y nos han contado que las morgues están colapsadas con los muertos de Uribana. Otros no encuentran a sus hijos en ningún lado y estan desesperados”.
“El desastre que hubo en Uribana no es culpa de los medios, pues ellos estaban con nosotros cuando nos masacraban a los hijos en la cárcel. No desmayaremos en esta lucha”, dijo Elvira Rodríguez.
En listas que los mismos familiares han elaborado, hasta el día de ayer se contabilizaban, al menos, 35 desaparecidos. Los han buscado en las morgues tanto del Hospital Militar como en la del Hospital Central de Barquisimeto y no han obtenido respuesta. Sin embargo, persisten en su empeño de conseguirlos donde estén.
Fotos: Ricardo Marapacuto
Simón Alberto Orellana