Tenía en mente otro tema para hoy, pero los dolorosos acontecimientos de Uribana me obligan a decir una palabra sobre ellos.No podemos ser indiferentes ante la pérdida de una vida humana y menos cuando las pérdidas suman varias decenas de seres humanos, lo que lacera el alma por tanta vida que se esfuma. Toda vida humana, en sí misma, tiene un valor infinito. Hemos sido creados por Dios y es Él,el único dueño de la vida y de la muerte. No olvidemos, en Venezuela está prohibida la pena de muerte. Es cierto, muchos de quienes están detenidos en nuestras cárceles están allí por haber atentado contra la vida de inocentes y por llevar una vida dañina y peligrosa para la sociedad, pero, precisamente, los centros penitenciarios, en Venezuela y en el mundo entero, son centros ideados para el castigo pero también para la reeducación de quienes por múltiples razones, han perdido el norte de sus vidas y ofrecerles con esa reeducación una nueva oportunidad de ser útiles.
Por disposición del orden social ideado, esos centros penitenciarios son responsabilidad del Estado. En nuestra Constitución Nacional se establece la descentralización de las cárceles, es decir, deberían ser las gobernaciones de estado las encargadas de conducirlas, pero una vez más, el gobierno actual se salta nuestra Carta Magna e incumple un dispositivo constitucional y asume la atención de los centros penitenciarios. Muy mala ha sido esa decisión de la centralización de las cárceles venezolanas, lo que ha producido un caos inmanejable, y por si eso fuera poco, se designa ministro de asuntos penitenciarios, a una persona desconocedora del tema y con una actitud absolutamente cerrada al diálogo con expertos en lamateria. Su carácter fácilmente irritable y lleno de espinas para todo el que se le acerca, ha exacerbado el problema. Ciertamente el problema no es nuevo. Desde hace muchos años padecemos la ignominia de unas cárceles inhumanas, donde el privado de libertad lejos de reeducarse empeora su comportamiento, pero en estos 14 años el problema ha llegado a un punto de tan extrema gravedad que no se ve manera expedita de resolverlo.
Conozco de propuestas hechas por el muy preocupado Humberto Pradodel Observatorio Venezolano de Prisiones, por las facultades de derecho de varias universidades nacionales, de varios Colegios de Abogados e incluso de particulares conocedores del tema, pero con este régimen excluyente, ninguno ha sido oído, al contrario, por hacer propuestas se les ve como enemigos y se les responde siempre con insultos y agravios.
Mientras tanto, centenares de compatriotas continúan muriendo en las cárceles. Luego de la tragedia, la ministro anuncia, como ocurrió con El Rodeo, que Uribana, una cárcel de reciente construcción, me parece recordar que la inauguró el presidente Caldera en su segundo gobierno, será desmantelada, los presos que no sufrieron, serán llevados a otras cárceles, pero sabemos del hacinamiento en todos los centros penitenciarios del país.Quién responderá entonces del hacinamiento y de la bomba de tiempo que se lleva a otros lugares donde puede explotar en poco tiempo.
La culpa de lo ocurrido en Uribana, dice la ministro, qué ocurrencia, es de los medios de comunicación social, concretamente acusa a Globovisión y al diario EL IMPULSO, por haber anunciado estos medios, el día anterior a los sucesos, dice la ministro, la requisa que se haría, y eso, según sus palabras, fue el detonante de los hechos. Pero como Dios ayuda al inocente, las declaraciones de la propia ministro y del director de Uribana, están grabadas y se pueden ver y oír de nuevo. Ellos mismos anunciaron la requisa y los medios recogieron esas declaraciones. Este es el régimen de la mentira y tergiversación. Cuando agrede, dice que fue agredido, cuando da un golpe de estado dice que el golpista es el otro, cuando asesina desde un puente, dice que el asesino fue el otro, cuando lesiona la soberanía del país poniéndose en manos de un país extranjero, dice que el traidor a la patria es el otro y si la Constitución dice que debe juramentarse el Presidente, el régimen dice que no debe juramentarse y no importa cuándo vuelva. Es imposible construir un país con gente que se comporta de esa manera. Estamos ante un gobiernoverdaderamente forajido.