Las reuniones desde los años setenta de un grupo de militares con cierta relación con elementos de una izquierda oportunista buscando figuración y poder a través del marxismo-bolivariano-indigenista se tradujo en el deseo sectario de tomar el gobierno los uniformados dejando solo como referencia a estos peones civiles.
Esto se tradujo en un Golpe de Estado el cuatro de febrero (1992) cuando se trató de eliminar al Jefe de Estado (CAP) y apoderarse del mando nacional, sin éxito pero dejando la idea latente en marcha para el logro del objetivo en cualquier forma.
La figura de Chávez quedó entonces como punto referencial histórico de esta insurrección fallida y dada la competencia de intereses económicos, la corrupción y la falta de líderes populares todo se llevó a cabo pero con el método electoral de los votos.
Sin embargo, el advenimiento a la Primera Magistratura del grupo militar no era suficiente para las apetencias en el tiempo y de mando del núcleo mandante y así comenzó un largo trecho de marchas y contramarchas para llevar adelante el Plan original que no era otro que el clásico golpe militar y la dictadura para además repartirse los puestos burocráticos entre los cuartelarios.
Vino una reacción militar del ala conservadora y anticomunista pero llena de torpezas tácticas fracaso aun cuando sacó del poder al comandante Chávez en forma efímera. En este punto se estructura la pandilla en forma más precisa y la solidaridad con el Presidente en ese momento difícil se hace la contraseña principal para optar por participar en la burocracia o en los negocios, corrupción o reparto de capitales desde el Estado.
Constituida la pandilla no vale academia, ni títulos, ni nada para lograr cargos de importancia. La burocracia se llena de ineficaces incondicionales y usando los fondos públicos se cubren de éxitos electorales. Esto último impulsa la nada democrática política electoral del chavismo cuando es el dedo del Jefe el que designa a todos los candidatos a presentación ante los electores de su corriente y queda claro que la existencia de una democracia socialista es un cuento de cuartel del siglo XXI.
El grupo original de militares golpistas con este criterio de grupo se hace de las mayorías de las gobernaciones. El 4-F parece haber logrado el objetivo inicial usando para tal fin además del ventajismo electoral el manto del socialismo promovido y certificado desde Cuba por el Jefe Único con la anuencia de los hermanos Castro que hoy día parecen ser los administradores de la pandilla cuando el Comandante en Jefe nacional se encuentra relegado en la toma de decisiones.
La pandilla además cumple con algunos requisitos básicos:
1.- Existe una sola opinión. No hay disidencia alguna.
2.- Los miembros importantes por lo menos se llevan carro, chofer, guardaespalda y un arma.
3.- Todos sus miembros reciben beneficios según su proximidad al núcleo del Jefe.
4.- El buro político lo conforman los golpistas del año ’92 con la excepción de uno que otro civil de toga y birrete. 5.- La impunidad es el común a las acciones de estos pandillistas.
6.- La ignorancia es el factor catalizador positivo para desempeñar cargos públicos sin importar consecuencias. Y claro está con estas características no es de extrañar falsificaciones (nombramientos), violencia, mentiras, atropellos, represión, devaluación, escasez, y pare usted de contar. Solo si una vanguardia revolucionaria con clara doctrina socialista en la mente llegara al Poder disolviendo la pandilla y construyendo una real y efectiva democracia socialista se podría tomar el camino de un socialismo del siglo XXI.