No es un secreto para nadie que hay muchos niños en este país que deben salir a trabajar por diferentes razones. Entre ellas, porque el padre los abandona y al dejar sola a la madre, los hijos deben madurar rápidamente y asumir la responsabilidad que le correspondía al hombre.
Esta es una de las realidades más crueles que vive el país y que nos deja huella profunda, heridas que son difíciles de sanar. Cuando vemos pequeños en las calles limpiando parabrisas, lavando carros, vendiendo cualquier cosa, no sólo nos damos cuenta que no existen organismos que velen por la integridad del niño, sino que allí se ven reflejadas las consecuencias de un embarazo no planificado, por ende, de una concepción irresponsable.
Estos niños son vulnerables a tantos factores, que las experiencias de estar en la calle, ganándose la vida le hará daño a su cuerpo y a su mente. Generalmente, serán personas que lleven esas heridas a la etapa adulta, atrayendo mucho dolor, porque no fueron amados ni protegidos en la infancia. Si fueron abandonados por sus padres en etapas tan tempranas, si las personas que debían quererlos y protegerlos, no lo hicieron, qué pueden esperar de los otros. Han tenido que madurar de prisa y eso les impide vivir lo que correspondía a esa etapa de su vida.
Cuando tenían que jugar y estar sin preocupaciones, tuvieron que laborar en un medio generalmente hostil, donde aprendieron y vieron cosas que los impactaron negativamente. Esto trae estrés y uso de fuerzas que no están todavía maduras y por lo tanto, el niño puede lesionar su cuerpo para siempre.
Trataré de desglosar brevemente los impactos que puede tener trabajar de manera prematura: Lo que ya cité, el niño pierde de vivir experiencias que corresponden a su edad, para vivir otras que son de mayor responsabilidad, cosa que le hace madurar a la fuerza, y se queda sin el bagaje que le serviría de sustrato para otras etapas. Cada etapa tiene situaciones que son necesarias experimentar, para asumir la siguiente. Entonces, vivir la siguiente sin hacer la anterior es como pasar de grado sin estudiar, eso trae consecuencias graves en su personalidad. Por ejemplo, el niño crece con resentimiento, con rabia, con impotencia porque no puede revertir esa situación.
En la parte de la salud, ellos están expuestos a contaminantes altamente peligrosos para sus pulmones como el smog, el polvo de los neumáticos, el contaminante que despiden los frenos. Me refiero a los que laboran limpiando parabrisas, también se exponen demasiadas horas a los rayos del sol, logrando un envejecimiento prematuro de su piel. Resulta obvio que no se nutren adecuadamente, porque no tienen horario de descanso y deben saltarse las comidas.
Si por trabajar el niño no está escolarizado, el trabajo le está impidiendo vivir lo que le corresponde a su edad. El atraso es mayor, porque la escuela desarrolla el pensamiento, el área cognitiva, cosa que no logrará aunque estudie en la edad adulta, porque el cerebro tiene más plasticidad para aprender en la etapa infantil.
Otra situación preocupante es que el niño sea inducido por adultos a delinquir. Entonces, el drama es más complejo, tanto para la familia, como para la sociedad y los entes gubernamentales. Porque un niño que pudo haber tenido un futuro estudiando, practicando deportes música o baile, se perdió en las calles, convirtiéndose así en un infractor, y en un peligro para la comunidad. Por ello, el problema es de todos. No es de los organismos o entes encargados de velar por la seguridad de los niños, del gobierno local, regional o nacional sino de todos y cada uno de nosotros. Se requiere que todos participemos y trabajemos en ese sentido: rescatar a los niños trabajadores y devolverles su niñez.