Cuando Adán fue colocado en el jardín del Edén, se le dijo que podía comer de todo huerto excepto del árbol del mal. Cuando Eva fue creada, también recibió la advertencia, aunque la Biblia no indica si fue dada por Dios o por Adán quien la tomó directamente de Dios. Cuando Adán y Eva pecaron, el Creador pronunció algunas maldiciones en las partes culpables, Adán, Eva, y la serpiente. Parte de la condenación dada a Adán fue la maldición de la tierra o del suelo de donde obtendría su comida.
«Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la Tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo» (Génesis 3:17-18).
Lo tenían todo. Libertad, vida eterna, no morirían, no envejecerían, tenían una misma lengua, no habría barreras culturales, una raza, un mismo propósito al amparo de Dios. El ser humano sería capaz de reproducirse. Toda una raza con un lugar perfecto, sin contaminación, sin pecado, sin maldad, sin violencia. Ese era el objetivo de Dios y será el mismo al final de los tiempos cuando se establezca una raza humana santa en una Tierra y un Cielo nuevos.
La caída de la primera pareja tuvo graves consecuencias. El hombre perdió su libertad y se hizo esclavo del pecado, la muerte fue introducida, la vejez, se redujeron los años de vida, se eliminó la lengua única, fuimos malditos y echados de la presencia de Él.
Ese enemigo, Satanás, es un ser muy poderoso responsable del caos, de las enfermedades, de la violencia, de las guerras, muy astuto que hasta a malos gobernantes los ha llevado al trono. Millones le siguen sin saberlo practicando falsas religiones y negando la existencia de Dios.
Los acontecimientos tenebrosos vistos en el mundo en los últimos tiempos es una experiencia terrible del por qué fuimos destituidos de la gracia del Señor, perdiendo todos los derechos sobre el planeta y el Universo. El Diablo adquirió los reinos que el Creador nos había dado.
No vamos lejos y recordamos con terror la matanza reciente de 28 personas, entre ellas 20 niños por un joven «callado y tímido», en una escuela de Newtown (Connecticut).
Venezuela no escapa a la furia de Belcebú, y así reseñamos en todo el territorio nacional 16 mil 200 homicidios durante los primeros 10 meses del pasado año, lo que en promedio representa 54 asesinatos diarios.
De acuerdo al tema, el gobierno diría que no ha sido el fracaso de la misión «A Toda Vida Venezuela», ni su incapacidad por combatir la delincuencia con la implementación de 20 planes en 14 años y el paso de 12 ministros de Interior y Justicia, sino la presencia del demonio, quien por supuesto, debe ser escuálido por esa guerra sucia para desestabilizar.
Tampoco, dirían Diosdado Cabello y Nicolas Maduro, el gobierno es culpable de que Venezuela sea el país más corrupto de América Latina, según ONG alemana. Es la maldición que existe sobre la tierra.
Y menos culpables que recientemente un sujeto de nombre José Alberto Álvarez, de 40 años haya matado en el estado Táchira a su madre de 80 en sacrificio religioso por la salud de Hugo Chávez. Le cortó las manos y brazos, y finalmente quemó el cadáver. Según confesó, fue ordenado por Dios para lograr la recuperación absoluta del Presidente.La doctrina revolucionaria llena de idolatrías en nuestra patria ha olvidado los principios cristianos en todos los niveles, carentes de ayuda para mejorar la calidad de vida de la población, y así vemos cómo un delincuente casi mata a golpes a un párroco de 80 años para robarlo, acciones por supuesto satánicas que indican la siembra del odio, rencor, de prejuicios, y nos llenan de paradigmas peligrosos e irracionales.
Hablar de la condenación de la Tierra parece algo absurdo y difícil de creer. Pero ciertamente la maldición ha sido la sombra del hombre que sería dotado de varias virtudes que le permitirían dominar el Universo.
La humanidad está mal, andamos por un sendero de perversidad. Hoy, en vez de estrechar los lazos de amistad entre hermanos, vivimos de guerra en guerra sólo para satisfacer el ego de algunos quienes no temen ni respetan a Dios, creyentes de que vivirán para siempre y llevarán sus riquezas al más allá.
El cuadro que vivimos es triste. Un mundo que camina de espalda al Todopoderoso, un demonio que se manifiesta con toda su ira, una Tierra cubierta de venganza, de odios, de envidia.
Pero Dios ha demostrado que nos ama y dará una hermosa oportunidad de vivir en una Tierra nueva bajo un Cielo maravillosamente hermoso.