El presidente Barack Obama defenderá este martes su reforma migratoria y saludará el «genuino deseo» mostrado por senadores demócratas y republicanos para lograrla y así resolver la situación de los más de 11 millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos.
«En este momento, parece que hay un genuino deseo de solucionar pronto el problema. Y eso es muy alentador», dirá Obama, según los extractos de su discurso en Las Vegas, Nevada (oeste), divulgados por la Casa Blanca.
«La buena noticia es que, por primera vez en muchos años, republicanos y demócratas parecen estar preparados para enfrentar juntos este problema», señalará el mandatario en sus palabras, previstas para las 12H00 locales (20H00 GMT).
Obama dirá que los principios esbozados por los senadores, que incluyen una vía para dar la ciudadanía a los indocumentados, la mayoría de ellos hispanos, tras cumplir varios requisitos, están «bastante conformes con los principios que yo he propuesto y los que he impulsado en los últimos años».
El 21 de enero, durante su discurso de investidura frente a un millón de personas en Washington, Obama se comprometió a trabajar por esa reforma, una de sus principales promesas de las campañas de 2012 y 2008.
«Nuestro camino no estará completo hasta tanto no encontremos una mejor manera de dar la bienvenida a los esperanzados inmigrantes que siguen viendo a Estados Unidos como la tierra de la oportunidad», dijo Obama entonces.
Una reforma migratoria impulsada por Obama a finales de 2010 fracasó en el Congreso por el rechazo de los republicanos, que luego reforzaron su influencia en el Legislativo.
Pero la situación pareció desbloquearse las últimas semanas, en las que numerosos conservadores parecen haber comenzado a acusar recibo de los resultados de las elecciones de noviembre, cuando Obama recibió un 71% del voto hispano, frente a su adversario Mitt Romney, que abogaba por una «autoexpulsión» de los inmigrantes sin papeles.
Hostilidad republicana a cualquier «amnistía»
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«Los datos políticos se revirtieron. Por primera vez, es más arriesgado oponerse a la reforma migratoria que apoyarla», resumió el lunes el demócrata Chuck Schumer, uno de los ocho senadores -cuatro demócratas y cuatro republicanos- que presentaron un acuerdo bipartidario marco de regularización progresiva de la inmigración ilegal y sus condiciones.
«Aún nos queda un largo camino por recorrer, pero esta hoja de ruta bipartidista es un gran logro», dijo Schumer, quien se mostró optimista de poder concretar la reforma este año.
Como una concesión a los republicanos, el plan prevé «asegurar nuestras fronteras». Según Schumer, la reforma migratoria tomará más en cuenta «las características que ayudan a fortalecer la economía estadounidense», se abocará a «poner fin al empleo clandestino» y a instaurar un sistema legal para «acoger a los futuros trabajadores» llegados del extranjero.
«Es una primera etapa en (una empresa) que seguirá siendo difícil, pero posible», agregó por su parte el senador John McCain, uno de los republicanos del grupo, en el que también figura su colega Marco Rubio.
La participación de Rubio, de 40 años, nacido en una familia cubana en Estados Unidos y apreciado entre los conservadores, podría facilitar la aprobación de una reforma en la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos y en la que numerosos legisladores aún ven con malos ojos cualquier «amnistía» que beneficie a los clandestinos.
El plan de Obama difiere del presentado por los senadores principalmente en el punto de la seguridad de la frontera con México, para la que la Casa Blanca considera que ya ha dedicado una inversión suficiente para hacerla más hermética.