Era un hombre que dedicó su vida entera a la reinserción de aquellas personas que tras haber cometido un error, o por una u otra razón, llegaron a caer en un centro penitenciario.
Murió con su mano en alto, orando, y hasta el final creyó en la transformación del penal. Ese fue Mario Segundo Camejo, quien por 30 años sirvió a la Iglesia evangélica.
Fue ministro de la Federación de Iglesias Evangélicas Libres Pentecostales de Venezuela (Fielpv), fundador de la Fundación Una Puerta Abierta al Drogadicto (FUPA) y durante 25 años prestó sus servicios dentro de los centros penitenciarios. Fue de esas personas que le tendió la mano a los olvidados.
La mañana de ayer, la calle 3 con carrera 1 del barrio La Victoria, estaba totalmente cerrada. Allí estaban velando al “pastor amigo de todos”, un toldo fue colocado y gran cantidad de personas se acercaron y lloraron la pérdida de este gran hombre. Personas entraban y salían. Veían su cuerpo en la urna y no lo podían creer: todos tenían una historia que contar y coincidían al decir que Segundo siempre tenía una sonrisa en su rostro y estaba dispuesto a tender una mano y hacer favores.
Eddy de Camejo relató que tenía 25 años con su esposo. El 26 de diciembre renovaron votos y celebraron las bodas de plata, pero no pensó que esa gran celebración sería la despedida de esa unión. Producto de su amor tuvieron cuatro hijos, de los cuales uno tiene 7 años. A todos les enseñó que el trabajar para los privados de libertad era su pasión.
Se levantaba todos los días a las 5 de la mañana para comprar medicinas, ropas y enseres destinados a algunos privados de libertad, así mismo equipaba de Biblias a todas las iglesias evangélicas que funcionaban allí. Desde que funcionó la antigua cárcel de la 13 comenzó su trabajo; luego lo hizo con Uribana.
Regresaba a su hogar a las 6 de la tarde y no había día que Camejo no fuera al penal. Siempre andaba en su moto y en la iglesia que asistía indicaba a los seguidores que si él moría en la cárcel moría feliz, así lo cuenta su pareja.
La señora de Camejo comenta que él se fue ese viernes 25 a las 4 de la madrugada para el penal y a las 10 de la mañana sostuvo una comunicación con su esposo, quien le indicó que todos los internos ya estaban en la pista (el campo) y estaba todo controlado. Habían terminado con la requisa corporal a cada uno y esperaban para que los funcionarios revisaran los sectores. A las 11 de la mañana se percataron que estaban saliendo ambulancias del penal y en ese momento la situación les preocupó.
La dama llamó a Camejo y un interno atendió al otro lado de la bocina indicándole que estaba herido en una pierna, que él se encontraba bien pero no podían sacarlo porque les disparaban, que oraran por él; al cabo de un rato se comunicaron otra vez y le manifestaron que el pastor se estaba desangrando, pero tenía su mano en alto y no paraba de orar indicando que él creía en la transformación del penal. Nunca llegó el auxilio y murió tras perder gran cantidad de sangre.
Su esposa e hijos sienten que él murió como un héroe porque dio la vida por lo que amaba. Sentía a cada uno de los internos como sus hijos.
Federación se pronuncia
El pastor dejó un legado a su familia, a toda la comunidad que lo conocía. Tristes y conmovidos recibieron la noticia de su muerte que fue imprevista. Había mucho trabajo que hacer, muchos planes para este 2013, expresó Robert Gómez, presidente de la Fielpv.
“Creemos que esa sangre derramada en Uribana va a tener resultado, aunque ya lo tiene, pensamos que es un héroe, nos ha marcado por esa pasión y ese amor con que trabajaba para los presos.
Esos son llamados especiales del Señor. Él entregó su vida por la lucha de la paz en el penal, por los olvidados.Un llamado al Gobierno porque las cosas no se pueden arreglar de esa manera, derramando sangre de personas inocentes como fue la pérdida de Segundo Camejo; seguimos orando por el país, no queremos más sangre”, manifestó el presidente de Fielpv.
Enterrado con “El Chueco”
Según expresaron familiares una de las personas que ayudó a Camejo en el momento en que estaba herido fue Henry López, conocido como “El Chueco”, uno de los pranes de Uribana, quien también murió en medio de la balacera.
Sus cuerpos serían enterrados en la misma fosa, relató el hijo del pastor, porque le tenía mucha estima.
Sus restos fueron llevados al Cementerio Metropolitano a las 4 de la tarde del día de ayer, en donde su despedida fue por todo lo alto.
Fotos: Elías Rodríguez
