El atraco del cual fue víctima, en horas de la mañana de este sábado, el conductor de una unidad de la ruta 2, hizo explotar nuevamente la alarma entre su gremio protestando con el cierre de la vía de entrada o salida de Quíbor.
Tan pronto se tuvo conocimiento del hecho delictivo, los transportistas de pasajeros de las diferentes líneas que operan en la ciudad se movilizaron con acciones de calle. El profesional del volante, además de sufrir el despojo de la ganancia del día, había sido llevado hacia la vía a Guadalupe y dejado abandonado mientras los hampones se llevaban su camioneta Dodge azul modelo 1976.
Frente al puesto de tránsito ubicado en la entrada a Quíbor colocaron varios carros reclamando la inmediata intervención de la policía para localizar la unidad robada.
“Por aquí no pasa nadie hasta que no encuentren la buseta”, se le escuchó decir a varios de los manifestantes.
Carlos Fréitez, primer vocal de la Ruta 2, fue el único de los presentes que declaró a los periodistas pues los demás admitieron tener miedo a represalias por parte de los pandilleros que con frecuenta los atracan.
Fréitez dijo que esta es la segunda unidad que se llevan este año, pero los atracos a conductores y pasajeros para despojarles de vehículos, celulares, dinero y prendas se registran todas las semanas.
Explicó que los delincuentes suben a las unidades en el centro y en sitios estratégicos los amenazan con las armas de fuego que portan.
“No nos queda más remedio que entregarles el carro y todo porque son capaces de matar a uno. Necesitamos más seguridad”, afirmó.
Al sitio de la protesta se presentó el comisario Miguel Rojas, jefe de Operaciones de la Policía de Lara, quien dialogó con los líderes para tratar de convencerlos de que despejaran la vía.
Sin embargo, pese a haberles informado que a esa hora, diez y media, había más de 50 funcionarios buscando la camioneta robada, los manifestantes persistían en su actitud.
Exigió de los profesionales del volante de Quíbor aportar informaciones sobre los delincuentes que ellos conocen por haber sido sus víctimas en varias ocasiones, pero argumentaron que en la comisaría hay agentes que aportan a los atracadores los nombres de los denunciantes. Rojas, entonces, pidió denunciar pues no pueden permitir acciones de esa naturaleza.
Mientras el comisario Rojas trataba de convencer a los responsables del cierre, en el lugar no faltaron los encontronazos, afortunadamente sólo verbales, entre viajeros que estaban “varados” a causa del cierre y choferes.
“¿Qué culpa tenemos nosotros de que los ladrones les roben a ustedes los carros? Nosotros no somos culpables de eso y somos los que estamos pagando los platos rotos pues nos tienen aquí trancados, sin poder llegar a nuestros destinos”, argumentaba uno de los viajeros retenidos.
Hubo un momento en que se caldearon los ánimos y se pensaba que iban a pasar de las palabras a los golpes pero gracias a la intervención de algunos eso no ocurrió.
Conforme transcurrían las horas aumentaba la cantidad de autos, camionetas, camiones, busetas y autobuses que se sumaban a la cola en ambos sentidos, sobre todo hacia Quíbor.
Cerca de las dos de la tarde, siempre a raíz del diálogo con el comisario Rojas, se permitió por cierto tiempo el paso de vehículos pero nuevamente fue cerrada la vía con la amenaza de que no la reabrirían hasta tanto apareciera la camioneta.
Comisiones de la Policía de Lara, así como algunos afiliados a las rutas, se dedicaron durante toda la tarde a la búsqueda de la unidad robada que se presumía se encontraba escondida en algunos de los caminos de la zona del caserío Guadalupe.
En anteriores ocasiones vehículos robados han sido localizados en esa región que los delincuentes consideran ideal para esconder el producto de sus acciones por tratarse de bosques solitarios cuyos caminos tienen poco o ningún tránsito automotor y los campesinos allí residentes se abstienen de aportar información alguna a las autoridades por temor a convertirse en víctimas de las pandillas que están operando en el municipio Jiménez.
Fotos: Ricardo Marapacuto