#opinion: Sin tregua por: Macario Gonzalez

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Este anciano presidente, exguerrillero él, vino también al aquelarre rojo rojito reunido el 10E en Caracas para apoyar otra violación a la institucionalidad  venezolana. Es algo que no deja de sorprender, pues en su país no ha podido ser más respetuoso de las normas. La república que preside ocupa los primeros puestos en los rankings internacionales en lo que tiene que ver con reputación y calidad institucional. Es tan así que aquella nación de menos de cuatro millones de habitantes tiene notas sobresalientes en estos indicadores, si se le compara con el resto de los países de América Latina.
Pepe llegó al poder en Uruguay a través del voto de sus conciudadanos  a pesar de su subversivo pasado y de haber estado preso durante 14 años, ha mantenido lo que los juristas llaman el hilo constitucional. Sus proyectos han fortalecido el tejido que le da continuidad a quienes le precedieron. No ha promovido rupturas  ni divisiones, ni presuntas revoluciones que afecten el bienestar de sus connacionales. Todo lo contrario, gracias a su amplitud y a la inteligente metabolización de su dilatada experiencia, decidió pensar y actuar como un servidor público y no como un enloquecido y dogmático predicador, predestinado a salvar la humanidad.
Mújica no se dejó dominar por los sentimientos de frustración que seguramente arremolinaron en su alma, producto de la persecución de los dictadores militares que lo confinaron en minúsculos tigritos-aljibes durante sus años de reclusión. Estuvo siete años sin leer un libro: “tuve que repensarlo todo y aprender a galopar hacia adentro por momentos, para no volverme loco”. Eso declaró a periodistas del Correo del Orinoco en una entrevista fechada en Noviembre del año pasado.
Repensarlo todo significó, seguramente, revalorar la vida de los otros más que la suya, por lo cual dona el 90 % de su sueldo para obras de caridad. Entendió que la pobreza es la causa de casi todos los males sociales, y aprecia como un logro relevante el que unos 850.000 uruguayos la hayan dejado atrás en siete años. Una conclusión que habla de un ser humano que acepta los logros de otros presidentes y que sabe que la historia de la República Oriental del Uruguay no empezó el 1 de Marzo de 2010, cuando tomó posesión de la primera magistratura.
Gracias a que es un hombre sin resentimientos es capaz de entender la disidencia y aceptar la crítica, sin atentar contra los medios ni ensañarse con las personas que no estén de acuerdo con él. “Yo voy a seguir gobernando como me parece, en el acierto y en el error. Que critiquen todo lo que quieran, para eso es la libertad” sentenció, también, Pepe Mujica.
Este exguerrillero pues –Movimiento Tupamaro– comprende que la economía es fundamental para el progreso social, y está clarísimo que su mejoría tiene que ver con la productividad y es también consecuencia de un adecuado empleo de las tecnologías en el mundo del trabajo. Por cierto Uruguay es una de las economías más sanas de la región, con una inflación de 7.1. Su consumo privado asciende al 8.2, su PIB lo coloca en segundo lugar como el país más rico de América Latina, solo por debajo de Chile.
Ahora bien, casi todos los presidentes electos democráticamente en ese pequeño país han impresionado positivamente a este columnista. En especial Julio María Sanguinetti quien fue futbolista y es un intelectual muy sólido, cuyas reflexiones son un aporte de gran valor para quienes habitamos en este continente. Con su primer gobierno (1985 – 1990)  empieza a consolidarse la democracia en Uruguay. También tengo respeto por Tabaré Vásquez, oncólogo, quien mantuvo la atención a sus pacientes durante su período presidencial entre 2005–2010.
Y destaco lo positivo de Pepe Mujica porque ciertamente supera con creces su errático comportamiento en estos últimos tiempos, en especial con relación a lo que ocurren en Venezuela. Es difícil entender su presencia en el circo que armó el régimen el 10 de enero, con el David Copperfield de Nicaragua, máximo líder del club de la chuleta, que todo lo desaparece y que además vino a insultar a los venezolanos con calificativos que le calzan a él en toda su extensión. ¿Quién más buitre y carroña que Daniel Ortega?

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