Desde las 5 de la madrugada de ayer estaban los seres queridos de los privados de libertad de Uribana, instalados en las afueras del penal. Se encontraron con un piquete de la Guardia Nacional, apostado a 300 metros de la entrada del recinto carcelario.
En el lugar instalaron dos carpas con sillas, unas para los familiares y otras para los medios de comunicación.
Entre los presentes se escuchaba que la situación estaba tranquila y le daban gracias a Dios. Una ráfaga de disparos rompió las risas, los cuentos y la tranquilidad que se sentía.
Un silencio sepulcral reinó por segundos y cuando todos se percataron que era el sonido de las balas que se hacía cada vez más intenso, comenzó la desesperación, los gritos y llantos entre los familiares.
A su vez los pastores evangélicos que estaban en el lugar levantaban sus manos y comenzaban a orar pidiendo que el fuego cesara y la violencia se alejara.
Familiares desesperados querían saber qué sucedía con los suyos, lloraban, gritaban… al cabo de un rato comenzaron a salir las ambulancias, lo cual aumentó la tensión en el lugar y los presentes arremetieron contra el piquete de guardias nacionales porque querían pasar a la fuerza.
Gran zozobra padecían los seres queridos de los internos porque ninguna autoridad se acercó hasta el lugar para dar información.
Muchos se enteraron que los suyos estaban bien por llamadas y mensajes, pero los tiros se escuchaban por ratos.
Así mismo se observaba cómo el humo salía del penal. Aseguraban que les estaban quemando las viviendas improvisadas que muchos tienen en el centro penitenciario.
El olor de las bombas lacrimógenas se sentía en el aire, además se observaba el humo blanco que se ligaba con otro humo negro.
Cada detonación y movimiento de los castrenses, aumentaba la angustia de los presentes, quienes en reiteradas oportunidades arremetieron e insultaron a los funcionarios, desesperados por no tener noticias de los suyos.
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