Planteamientos
Las reflexiones acerca del nuevo ciclo histórico que le corresponde vivir a la universidad inevitablemente seguirán su curso, con mayor o menor fuerza, dependiendo de quienes estén dispuestos a asumir con propiedad ese debate como base para las transformaciones y las impulsen, a partir de un liderazgo con rasgos diferentes al que le tocó conducir a la institución en cada etapa de su desarrollo anterior.
Con base en una premisa clave para entender cuanto ocurre en el mundo de hoy: la transición de una época de cambios a un cambio de época, la apuesta podemos localizarla, entre otros aspectos: primero, en la presencia de una generación emergente de docentes e investigadores formados y actualizados en el cuestionamiento crítico de los postulados de la vieja ciencia, de los paradigmas de la modernidad y con una “caja de herramientas” que puede proveerles la visión postburocrática de la gerencia, con amplia aplicación en las denominadas organizaciones transcomplejas, en tanto modelo sustitutivo del prototipo tradicional existente en nuestras latitudes.
El segundo, fundamentado en esa visión, tendría que ver con el diseño de una nueva estrategia de inserción en el contexto regional, nacional e internacional, a partir del análisis de los cambios que se vienen operando en la relación entre el Estado y la sociedad y, en particular, con el sector productivo, bajo los auspicios de la recomposición espacial. El despliegue del servicio comunitario y los convenios internacionales en la UCLA hablan de esa orientación.
La reconfiguración de las relaciones entre los diferentes actores del ámbito local tomando en cuenta las prioridades del desarrollo humano integral representa uno de los referentes más importantes sobre el cual articular los esfuerzos que se realizan en nuestra entidad federal, en aras de la sinergia adecuada para contrarrestar la agudización de los niveles de ingobernabilidad y evitar la profundización de los desequilibrios territoriales al interior del Estado y la desintegración societal que ella conlleva. La integración del sistema político, económico, social, cultural y ambiental por la vía de los entes públicos y privados que lo conforman, a nuestro modo de ver, representa una opción real. La experiencia histórica así lo demuestra, según hemos indicado, a partir del legado de quienes impulsaron la “modernización” de la ciudad de Barquisimeto, creando las condiciones y las instituciones que el desarrollo requería.
Desde la perspectiva sistémica, la universidad tendría que conjugar la aspiración de insertarse y contribuir a ese proceso de integración regional, necesariamente con la integración previa, tanto a lo interno como en el ámbito del propio subsistema de educación superior. En otros espacios hemos sostenido que el talento humano disponible en nuestras casas de estudio, en calidad, cantidad y diversidad supera desde lejos a cualquier otra organización a la hora de presentar proyectos para el desarrollo regional en las diferentes áreas que así lo requieran. Esa fortaleza pareciese que no ha sido suficientemente explotada.
La concepción feudal prevalece como anclaje de una voluntad política que incapacita para superar los estrechos límites de los compartimientos estancos en los cuales devino la presencia de los centros universitarios en la región. Cuando las redes forman parte del paisaje digital que integra los servicios, la ausencia de una ruta estudiantil o de una biblioteca de uso común, desde hace tiempo demandada, son expresiones del burocratismo que conspira contra la eficiencia de la gerencia universitaria. El cambio también exigirá nuevos modelos mentales.
La incapacidad manifiesta del gobierno para resolver el problema de las elecciones de autoridades; la asignación de los recursos presupuestarios por la vía de auxilios financieros; y la depauperación de los sueldos y salarios, son puntos ineludibles de la agenda que marcará el nuevo ciclo histórico. La generación de recursos propios luce como inevitable para efectos de la sustentabilidad institucional.
Comulgamos con el criterio de Juan Carlos Tedesco en materia de transformación universitaria: “Vivimos un período en el cual la desaparición de las utopías ha provocado la sacralización de la urgencia. En este contexto, una de las responsabilidades de la universidad consiste en responder a la demanda de sentido que la sociedad contemporánea está requiriendo”.