El principio de la participación, suma de la interacción soberana, unido a la bondad y la benevolencia, son las normas éticas, que impulsan el ánimo emprendedor y firme del Diputado Edgar Zambrano, en esta noble misión que cumple con gallardía y encomiástica actitud, digna de elogio y reconocimiento colectivo.
Una tarea colectiva de transcendencia social y publica a la cual se unen, con fervor y asiduidad, quienes decisivamente anhelamos la libertad del detenido político y que el extrañado, retorne al seno del hogar, al regazo de la patria, a la entrañable vida de los penates queridos, a disfrutar del intimo reposo, que Don Andrés Bello, ensalzó en los versos melodiosos de la Oración por Todos: [y el desterrado][al caro suelo][que lo vio nacer].
Intensa, pero confortante, ha sido la actividad desplegada por el Diputado Zambrano en estos meses de incesante laborar. No es solamente una tesonera disposición de derramar el bien común, es la asociación por la bondad y la virtud, para devolver al cautivo la libertad y la recta senda del derecho y la justicia a quienes no disfrutaban sus garantías ciudadanas. Entregado a la mejor tarea que se pueda emprender en la vida: dar libertad al perseguido.
No parece largo el tiempo y se hacen cortas las distancias, cuando la enseña que nos guía es la libertad. El Diputado Zambrano es ese viajero infatigable, que en breve lapso, sin fatiga, sin cansancio y sin desaliento, recorre Bogotá y Perú, Panamá y Costa Rica, Estados Unidos y España, la madre patria, conocieron de su empeño y sus preocupaciones, para unir e integrar y para oír la voz afectiva de quienes se desviven con la patria en el corazón y alientan el deseo plural de regresar al regazo materno, con dignidad y honor.
Utilizando bien las finas maneras del caballero, el trato reposado y firme, adecuada disposición para la tolerancia y el trato cordial de la libertad, el dialogo, que suaviza toda dificultad, va al alto despacho ejecutivo, donde encuentra receptividad y a todos los sectores de influencia y de apoyo, lleva su iniciativa, que hoy es el pedimento que está en todas las instancias, se comenta en todos los recintos y la buena pro para alcanzar la solución apetecida, amanece en la esperanza de cada día, en todos los rincones de la patria.
El diputado Zambrano es un hombre de buena voluntad, un caballero andante por el bien, la justicia y la libertad, un espíritu de concordia y solidaridad, que inspirado en el ancestro bolivariano, integran esa casta de hombres virtuosos, de hombres patriotas y de hombres ilustrados que forman las Republicas!
En la actividad cumplida y en los logros obtenidos, reposan convincentes elementos de juicio, que unidos a otros aportes, como las reflexiones del doctor Herman Escarrá y sagaces observaciones del cuerpo de abogados defensores, encontrará a buen recaudo el Ejecutivo Federal y la Asamblea Nacional, para adoptar cualquier providencia a favor de quienes padecen persecución y requieren con urgencia la protección de sus derechos. Es una petición de urgencia nacional, que no debe retardarse más, pues su realización es un anhelo colectivo, que tiene la dimensión de Venezuela y su significación y alcance, sobre pasan el cálculo infinitesimal del Poeta del Pueblo Andrés Eloy Blanco, cuando vaticinó, la suma bondad es ser bueno: “como el día de soltar los prisioneros”.
De la entraña noble del pueblo venezolano, antes surgieron seres dotados de diáfana bondad, hermanados a la causa del bien absoluto y empeñados en llevar alegría, paz y felicidad al perseguido por móviles políticos. Cuando la férrea dictadura de Gómez, la dama Josefina Pimentel, hermana de Job Pim, el poeta de las mazmorras, fue el ángel tutelar de aquella inclemente vorágine. Sin olvidar, que un hombre probo, e incontaminado de aquel feroz feudo, el doctor Francisco Baptista Galindo, hizo el bien a manos llenas y el brillante libelista José Rafael Pocaterra, excluyó su nombre del dicterio que aplicó a los venezolanos de la decadencia.
Cuando el cruel decenio de Pérez Jiménez, las virtudes paradigmáticas de Monseñor Juan José Bernal, digno Obispo de Guayana y preclaro hijo de Duaca, ampararon a los cautivos de la siniestra Cárcel de Ciudad Bolívar, con toda clase de bienes y atenciones, siendo en verdad, padre, pastor y amigo. Se arriesgó y fueron tantos sus favores, que le teníamos un calabozo preparado por si iba a hacernos compañía en el penal. Su espíritu y su bondad, fueron el Pastor bonus del evangelio. Los egresados de la cárcel de Ciudad Bolívar, no besábamos a Monseñor Bernal la esmeralda consagrada que fulgía en su dedo, nos inclinábamos para besar la sandalia redentora de Cristo.
En este régimen chavista, donde también se repiten crímenes y sevicias, gravosas a la dignidad y el honor, el Diputado Edgar Zambrano, hombre de bien, de justicia y de paz, cumple con recredumbre una laudable tarea, a la altura de su capacidad y a la medida de su responsabilidad. Que muy pronto se materialicen tan meritorios objetivos, para dicha y felicidad de los hogares venezolanos. Al diputado lo inspiran estas palabras del Libertador: “Dios concede la victoria a la constancia” (Simón Bolívar, Manifiesto a sus conciudadanos, Carúpano, 7 de septiembre de 1.814).
#Opinión: Edgar Zambrano y el diálogo nacional Por: Francisco Cañizález Verde
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