Eduardo Marturet dirige entre aves exóticas

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A sala llena en el Knight Concert Hall del Arsht Center y en exquisito ambiente, el maestro Eduardo Marturet realizó en Miami su concierto Ocean Drive en Viena, con la Miami Symphony (MISO).

La presentación, que fue un total éxito de principio a fin, tuvo grandes sorpresas en las que el maestro y director apareció en escena como un toque promocional al Parrot Jungle, con un guacamayo azul y un papagayo blanco sobre sus hombros para regalar dos encores: la marcha de El puente sobre el río Kwai, de Williams, y la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, ambas coreadas por el público entusiasta, y siendo parte de esta impecable dirección el acompañamiento de tales especies que enloquecieron al público por tan ingeniosa experiencia. La primera, con los consabidos silbidos, la segunda, con palmas.

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Eufóricos y de pie, muchos en el público pedían más, cuando Marturet abandonó la sala con el papagayo en un hombro y el guacamayo en el brazo. “¡A ver si en Viena lo hacen mejor!”. Fue mágico, sublime, único y una experiencia que exaltó todos los sentidos.

Este concierto estuvo repleto de momentos inolvidables, fantásticos y muy emotivos. El programa, aunque repleto de melodías vienesas, contó también con sorpresas como la participación no anunciada del polifacético flautista Néstor Torres, en la obra de Rivera, y de Raúl González, presentador de Despierta América, quien hizo el intento de interpretar el Concierto para máquina de escribir y orquesta, de Leroy Anderson. El acto provocó alegrías, risas y aplausos a granel.
Por otra parte, el concierto contó con cuatro estrenos mundiales de tres jóvenes compositores en residencia con la MISO, que le dieron al espectáculo un sabor más actual.

American Waltzes, de Alexander Verti, recreaba conocidos temas americanos como La flor de la canela, de la peruana Chabuca Granda, en tiempo de vals. Samuel Hyken por su parte presentó un vals inspirado en la popular canción de Migliaci y Modugno, Volare, que resultó muy aplaudida, al igual que su parodia Danza húngara No. 5 (de Brahms). Pero de los estrenos, el más aplaudido fue la Pizzi-Cuban Polka, de Carlos Rivera, en la que famosa obra Pizzicato Polka, de Johann Strauss, cobró vuelos de danzón-salsa a golpe de claves, maracas y tumbadoras. Fue una gala para el recuerdo y con una crítica impecable, dejando a un público en éxtasis con ganas de seguir disfrutando la mágica forma de dirección del venezolano.

Los próximos conciertos de la MISO, bajo la dirección de Eduardo Marturet, serán el 27 de enero y luego los días 9 y 10 de febrero como adelanto del Día de San Valentín.

 

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