La Fuerza Armada de Venezuela enfrenta la ausencia de Chávez, su comandante en jefe
La ausencia del presidente venezolano Hugo Chávez, enfermo de cáncer y hospitalizado en Cuba desde hace mes y medio, plantea serios obstáculos en el manejo de la Fuerza Armada, ante la cual su papel de comandante en jefe es irreemplazable, destacaron expertos a la AFP.
Desde que Chávez partió el 10 de diciembre a Cuba para someterse a su cuarta cirugía en año y medio, el vicepresidente Nicolás Maduro suple varias de sus funciones, pero sin alcance sobre sus atribuciones como jefe de Estado.
«La responsabilidad como comandante en jefe de la Fuerza Armada no puede delegarse. El comandante en jefe tiene la última palabra en términos operativos y administrativos», explicó Luis Alberto Buttó, del Centro de Estudios Latinoamericanos de Seguridad de la Universidad Simón Bolívar de Caracas.
Esa condición le otorga la decisión final en asuntos como los ascensos, nombramientos, aumentos salariales, determinación del contingente anual, y también movilización de tropas en caso de algún conflicto.
«En la Fuerza Armada hay un quiebre, porque la figura que tiene que dar las instrucciones al Comando Estratégico Operacional no está. Es imposible imaginar la enorme confusión que se produciría, por ejemplo, en un escenario de desórdenes», señaló Buttó.
La figura del comandante en jefe ha ganado más atribuciones en los últimos años en que Chávez, que promueve una «revolución bolivariana» y reivindica el socialismo, ha sido presidente.
«Antes, el comandante en jefe de la Fuerza Armada era una figura simbólica que reafirmaba el control civil sobre la fuerza militar, pero no correspondía a un grado operativo. El rango máximo llegaba al generalato y el almirantazgo», explicó Buttó.
«Ahora el presidente tiene uniforme, insignias y estandarte», detalló.
Pero además de las atribuciones que le garantiza la ley orgánica de la Fuerza Armada, Chávez ha ejercido un liderazgo personal entre los militares, destacó José Antonio Rivas, politólogo de la venezolana Universidad de Los Andes y autor del libro «En los bordes de la democracia. La militarización de la política venezolana».
«Chávez ejerce un liderazgo personalísimo y unívoco sobre la Fuerza Armada. Su ascendencia es indiscutible», asevera este académico al destacar que el «estamento militar ha sido influido por las ideas del socialismo del siglo XXI y del antiimperialismo».
El mandatario ha vinculado desde el inicio al mundo militar con su proceso político, asegurando que su revolución bolivariana es «pacífica pero armada», y la Fuerza Armada participa activamente en la logística de muchos de los programas sociales de su gobierno.
Chávez, quien ostentaba el grado de teniente coronel cuando en 1992 dirigió una fallida intentona golpista contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez, fue él mismo víctima de un golpe de Estado que lo sacó del poder durante dos días en 2002.
Tras ese episodio, la Fuerza Armada venezolana fue sometida a una importante depuración, se le agregó el nombre de Bolivariana, y los altos mandos militares comenzaron a declamar consignas que incluían la expresión «patria socialista». El año pasado, Chávez aseguró que la Fuerza Armada era «chavista».
Además, se creó la milicia, un cuerpo armado de civiles que depende de la presidencia.
Paralelamente, militares en retiro, muchos de ellos ex compañeros de Chávez, ocupan importantes puestos políticos por el oficialismo.
Actualmente, once gobernadores de estado de 23 proceden de la Fuerza Armada, así como ocho ministros de 30, 20 directores de institutos autónomos y una treintena de embajadores, además del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, uno de los hombres fuertes del chavismo junto con el vicepresidente Maduro.
Maduro, un exsindicalista que ha sido presidente de la Asamblea Nacional y canciller, fue designado por Chávez como su heredero político en caso de que hubiese que repetir las elecciones si el presidente quedase inhabilitado para asumir su nuevo mandato de 2013 a 2019.
Pero en un escenario de nuevas elecciones con candidatos civiles, se plantearía además «una contradicción irresoluble», advierte Buttó, pues «tendríamos un civil presidente de la República que pasaría a ser el oficial de mayor jerarquía en la Fuerza Armada, porque así lo consigna la ley».