El modista venezolano Oscar Carvallo convirtió a la mujer en sirena, en la penúltima jornada de la Alta Costura en París, en la que Jean Paul Gaultier le hizo un guiño a Bollywood y Franck Sorbier rindió homenaje a la coleccionista de arte Peggy Guggenheim.
El desfile del modista venezolano –su primero en la muy estricta Alta Costura, una apelación jurídicamente protegida en Francia– sumergió a los invitados en los deslumbrantes fondos marinos, ofreciendo siluetas recubiertas de cuero plateado esculpido delicadamente en forma de escamas.
«Mi inspiración fue la mujer-pez», confió a la AFP Carvallo, poco antes de su pasarela, una de las más aplaudidas este miércoles, en la tercera jornada de los desfiles de Alta Costura para la primavera y verano 2013, que concluyen el jueves.
El creador nacido en Caracas hace 47 años – quien después de estudiar leyes abandonó todo y se consagró a la moda – propuso vestidos iridiscentes, en tonos plata, nácar, gris perla, celeste claro, luminosos rosas, todos finamente bordados asemejando escamas, algas o flores marinas.
Acompañados de grandes aretes o braceletes elaborados con nacaradas conchas del mar, algunos de los trajes, como el espectacular vestido de novia, voluptuoso y fluido, terminaban en sinuosas aletas de seda, que provocaron exclamaciones de admiración entre los asistentes al desfile, que se celebró en un lujoso hotel parisino.
Antes de Carvallo, el modista francés Jean Paul Gaultier presentó una pasarela inspirada de los vivos colores de India -rojo frambuesa, canela, mostaza, chocolate, turquesa-, pero en la que también revivió sus icónicos corsés y dio espacio a sus tejidos metálicos y a sus rayas bicolor.
En desfile, en el que propuso faldas gitanas con muchos volantes, pantalones bombachos transparentes, boleros y capas con flecos y trajes cerrados con anchos cinturones, concluyó con una espectacular novia, de cuya amplísima falda salieron cuatro niñas indias.
El miércoles de mañana, en el teatro del Palais Royal, al lado de los históricos jardines donde se levantó antaño la guillotina, el talentoso creador francés Sorbier presentó una decena de escenas teatrales y creaciones en torno a la «alucinante, loca, fascinante» vida de Peggy Guggenheim.
Las creaciones de Sorbier -que se enmarcan en la gran tradición de la costura como arte, con cortes impecables, que se pegan al cuerpo como un guante – llevaban nombres como «Vida Bohemia», Arte de este siglo» y «Danza Dada».
En «Palazzo Venier dei Leoni», nombrado por el bello palacio en Venecia que acoge la colección de arte de Peggy Guggenheim -una de las mayores y más importantes de arte moderno en el mundo-, Sorbier presentó un «vestido murciélago» con recortes ondulantes y aplicaciones en satín rojo, violeta y negro.
Titulado «La última Duquesa («L’Ultima Dogaressa»), el penúltimo de estos sketches teatrales puso en escena un vestido en muselina de seda arrugada, en colores negro y blanco, con muchos pliegues, en referencia a Mariano Fortuny, el modista y creador veneciano de origen español.
En otro de los cuadros teatrales, Sorbier saludó el descubrimiento de Guggenheim del arte precolombino y africano, con un vestido en encaje y rafia, que diseñó en colaboración con Isabelle Tartière, mano derecha del creador.
El desfile de Sorbier -un verdadero artesano de la costura, que sabe hacer todo él mismo, desde los diseños hasta el corte y los retoques de la prendas, como pocos modistas saben hacerlo ahora- rindió un homenaje a grandes artistas del siglo XX, entre ellos al español Joan Miró, en una corta escena llamada «Flair», en honor al «olfato artístico» de la Guggenheim.
La colección de Sorbier contrastó con la del libanés Elie Saab, que ofreció medio centenar de sofisticadas creaciones, todas ellas bordadas con lujosos encajes, brocados y pedrería, y diseñadas para princesas del Medio Oriente y las alfombras rojas de festivales de cine internacionales.
Estos desfiles de Alta Costura, que concluyen el jueves, han atraído a actrices como Uma Thurman, Hilary Swank, Diane Kruger y Clémence Poesy, cantantes como Kanye West y la canadiense Grimes, y princesas como Charlene de Mónaco.
Estas pasarelas terminan el jueves, acogiendo presentaciones de lo que denomina «alta joyería» -hecha a la medida, por joyeros reconocidos-, un sector que, al igual que la alta costura, está recuperándose, gracias a las fortunas de países emergentes, como China.