Robert Pérez a su décima final

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Robert Pérez era un joven lleno de ilusiones cuando disputó su primera final en el béisbol profesional venezolano, por allá en la 1989-90. De 20 años, era un jardinero delgado, con poder ocasional y conceptuado como un prospecto de los Azulejos de Toronto.

Ganó el Novato del Año esa campaña y, de un golpe, afrontó su primera serie decisiva, con los Leones del Caracas -entonces eternos verdugos- como rivales. Su debut fue por todo lo alto, preludio de lo que luego sería una carrera marcada por éxito.

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Miércoles 24 de enero (1990). Tercer episodio. Pérez, un guayanés firmado por Domingo Carrasquel, alineado como octavo y el bosque central, disparó cuadrangular en su primer turno, nada menos que contra Jim Niedlinger, importado que copó la escena entre los lanzadores en esa temporada, y le dio la victoria a los crepusculares en ese primer duelo, disputado en el Antonio Herrera Gutiérrez. Al final, Lara cayó en siete desafíos, pero Pérez comenzó su leyenda.

23 años después, el mítico camiseta 51 acude a su décima cita finalista y busca sumar su sexto título, después de festejar en cuatro ocasiones con los pájaros rojos y otra vez como refuerzo de los Navegantes del Magallanes, a los que enfrenta desde esta noche en una serie que se antoja emocionante.

Pérez se une a una lista selecta (apenas diez peloteros han jugado tal número de finales) y añade otro logro a su dorada carrera.

“Me pone contento. Me estoy enterando que soy uno de los que está en esa lista, pero, lo voy a repetir, lo que quiero es ganar”, soltó el jardinero durante la práctica ejecutada anoche por el equipo, último antes de hacerle frente a la gran final.

Como de costumbre, el oriundo del estado Bolívar, pero tomado como un guaro más por la afición local, evitó hacer alarde de sus logros personales para inyectarle mayor relevancia a las conquistas del equipo.

Pero no es cualquier cosa lo alcanzado por la “Pared Negra”. En series finales jugadas no está a la cabeza (Gustavo Gil disputó una docena), pero sí es líder en anotadas (36), jonrones (11) e impulsadas (37), mientras que está al acecho en otros departamentos como hits y dobles.

Pérez recuerda su primera aparición. “Estaba nervioso, tenía mariposas en el estómago. Pero nunca tuve miedo… creo que eso ha sido clave en toda mi carrera, no tener miedo al fracaso, sino que tener fe y esperanza. Vengo de una familia de deportistas, especialmente mi padre, y me inculcaron eso de nunca tener miedo”.

Esta décima final tiene un aderezo especial, toda vez que Luis Sojo, compañero y testigo de muchos de los logros de Pérez, está en la otra acera, ahora como piloto de Magallanes.

“Cuando clasificamos (el domingo) le escribí y le dije: vamos con todo a buscar a Magallanes. Lo hice a manera de broma, pero queremos ganar”.

Foto: Archivo

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