#opinion: Cambalache – Del Guaire al Turbio por: Alicia Álamo Bartolomé

El lunes 14 de este mes, día de la fiesta de la llegada a Barquisimeto de la Divina Pastora, revisé la prensa como todos los días y reparé en los contrastes y absurdos de las noticias. Seguramente todos los días es igual pero, quién sabe por qué causa, esta vez caí en cuenta de cosas como éstas: “Pdvsa duplicó importaciones de combustibles durante 2012”, ¿no es ésta la empresa nacional que explota, produce y exporta el combustible, fuente de nuestros ingresos? “Atienden insuficiencia respiratoria de Chávez”, ¿todavía? ¡Desde cuándo están en eso! ¿Y el tipo sigue vivo? “Cuatro mujeres del movimiento feminista Femen se desnudaron en la plaza de San Pedro para apoyar los derechos de los homosexuales, mientras Benedicto XVI rezaba el ángelus”, (¡!… ¿?). “Centenares de miles de personas desfilaron, en París, para solicitar al Gobierno que dé marcha atrás al proyecto de ley del matrimonio y adopción  homosexual que llegará al Parlamento en este mes” (¿?… ¡!).
De estas cuatro noticias escojo para comentar las dos últimas, por una razón muy simple: me sacan del panorama nacional. Ya estoy harta de los absurdos de acá. Hablamos y hablamos, escribimos y escribimos nuestras críticas hasta la saciedad, pero nada ejecutamos. Somos un pueblo achantado, idiotizado y aguantamos y aguantamos. ¡Basta! ¡A otra cosa mariposa! Me voy con los absurdos y contrastes en el extranjero, a pesar de que este artículo sale el 23 de enero, fecha de la caída de Pérez Jiménez y del inicio de los 40 años de nuestra democracia, hoy tan vilipendiada. No, pero por ahí no voy. ¡A Europa, Europa…!
En la capital religiosa del mundo, en Roma la ciudad de Dios, dentro del Vaticano, cuatro féminas hacen un striptease frente el jefe máximo de la Iglesia Católica mientras éste reza piadosamente el ángelus. ¿No es este un espectáculo más propio para la capital del can-can y el desenfreno, la voluptuosa ciudad de París? ¡Ah no! En ésta, al mismo tiempo, miles de personas vestidas invaden las calles para protestar en contra de lo que las desnuditas defienden:  el derecho de los homosexuales. Me pregunto: ¿cuál derecho? ¿A ser homosexuales?  ¿Y quién se los discute? Es una condición que existe desde siempre, como la de ser moreno, catire, gordo o flaco. Hasta ahora no he visto manifestaciones por el derecho de los gordos, por ejemplo y por abreviar. Nadie le discute a uno ser gordo y si no le gusta serlo, que se ponga a dieta.
Me parece que la mejor manera de discriminar a los homosexuales es hacerles leyes especiales: que se casen entre ellos, que puedan adoptar niños. Es tratarlos como una cosa rara. Yo, que he trabajado, he tenido gran amistad y compartido buenos y malos momentos con gente gay, sin discriminación alguna, simplemente hemos sido personas con intereses, gustos y sueldos más o menos comunes, no entiendo estas posiciones de ahora. Y menos entiendo que hoy, cuando las parejas heterosexuales no quieren unirse en matrimonio o a menudo caen en el divorcio y evitan los hijos, los homosexuales salgan ahora a querer justamente lo que los otros desechan, es como querer recoger migajas y, si eso no es un complejo de inferioridad o una auto-discriminación, ¿qué es?
No, amigos homosexuales, quédense como están, si caen en matrimonio, van a caer después en los gastos y engorrosos trámites legales para el divorcio ¡Dígame para adoptar hijos! ¡Uy! Hay tantos niños en la calle que nadie los quiere, ¡quiéranlos ustedes! Les pueden dar una vida decente sin meterse en los líos de la adopción. Las autoridades ni cuenta se darán ni les importa. ¿Para qué complicar las cosas? No soy jurista, pero tengo la impresión de que inventar leyes para excepciones no es precisamente el buen espíritu de la ley.
Pero claro, el mundo está como dice el famoso tango “Cambalache”:
“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé; (…) Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. Todo es igual; nada es mejor; lo mismo un burro que un gran profesor… “