Tras haberse expresado la Iglesia con un mensaje pastoral de monseñor Rafael Arias Blanco, Arzobispo de Caracas, poco después el Gobierno realizó un plebiscito presidencial, el 15 de diciembre de 1957, amañada consulta al pueblo que aumentó el disgusto hacia una dictadura existente en el país.
El hecho plebiscitario motivó la intensificación de actividades de una clandestina Junta Patriótica, integrada por representantes de partidos políticos opositores bajo la presidencia del periodista Fabricio Ojeda, quien con discreción y coraje cubría a bajo perfil la fuente política en el Palacio de Miraflores, sede del Poder Ejecutivo. Además, surgieron en Caracas protestas liceístas y universitarias mediante un Frente Estudiantil conformado por jóvenes militantes de la combatividad.
Así, el 1º de enero de 1958, se sumó el alzamiento de una flota de aviones de la Base Aérea de Maracay, comandado por el teniente coronel Hugo Trejo. Se rebelaron contra el imperante régimen dictatorial, volaron sobre Miraflores, lo atacaron, pero esa embestida fue neutralizada por obedientes fuerzas del Gobierno. Sin embargo, tal presencia de vuelos por la libertad fue una valiente iniciativa que despertó esperanzas.
El Gabinete Presidencial se debilitó y varios ministros y otros altos jefes decidieron huir cuando vieron que el barco gubernativo empezaba a hundirse. La prensa publicaba mensajes entrelíneas, circulaban hojas volantes, vibraban las campanas de las iglesias y de los carros salían ruidosos toques de cornetas.
Sólo faltaba que la mayoría de la población se alistara en la lucha. Y así sucedió. Grupos de gente del pueblo armados con piedras y palos se dieron a la causa democrática combatiendo desde trincheras ubicadas en populosos barrios, aliento a la realización de una huelga general que paralizó a casi toda Caracas y otras ciudades del país. En esas acciones se movía la Junta Patriótica.
Dos días después de este masivo paro de protesta, unidos un pueblo de sentimientos patrios y unas Fuerzas Armadas garantes constitucionales, el 23 de enero de 1958 le llegó el fin a la dictadura. Y el presidente de la República, general Marcos Pérez Jiménez, quien había pretendido el continuismo a través de un plebiscito, huyó transitando en madrugada los oscuros túneles del miedo. Desde el aeropuerto La Carlota fue a cobijarse en alas de otra dictadura, por allá en la caribeña República Dominicana.
El pueblo de inmediato salió a manifestar, a festejar, soltando emocionada presencia. Anduvo por la calles a pie, en bicicletas, en pequeños vehículos o en autobuses llenos de gente por dentro y por fuera, como alborotada colmena. Grupos radicales a veces se desbordaban al saquear residencias oficialistas, quemar carros y hacer cacería sobre esbirros de la temible policía política llamada Seguridad Nacional. Pero ese humo desbordado se aplacó, no creó anarquía, encontró aires respirables. El carbón civilista ardió de manera positiva.
Salían de las cárceles los presos políticos y desde ocultos itinerarios los pasos de los perseguidos volvían a la luz de la vida. Empezaron a mover su regreso los líderes demócratas en el exilio, mientras el Palacio de Miraflores se vio lleno de algunos personajes que acudieron presurosos a formar un nuevo gobierno. Actuaban en nombre de una libertad lograda gracias a un esfuerzo que no era de ellos. Y con calculado tacto oportunista se mostraban muy interesados en la piñata, a la que intentaban darle palos sin ser invitados de la fiesta.
Superada esa situación de oportunismo, apartado del camino ese escollo, asumió el poder una Junta de Gobierno presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto, quien alcanzó el máximo cargo por ser en ese momento el militar de mayor jerarquía en el mando de las Fuerzas Armadas Nacionales. Luego el país fue recobrando su normalidad en un ambiente de espíritu democrático, encaminado a realizar elecciones libres en las cuales el pueblo expresaría su voluntad mediante sencillas tarjetas de votación.
Ahora se están cumpliendo 55 años de aquellos sucesos históricos, hechos que anualmente en días enero ocupan espacios en los medios de comunicación debido a su dimensión de heroica presencia y glorioso esfuerzo por la libertad.
#opinion: A 55 años del fin de una dictadura por: Otto Acosta
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