En cadena nacional, el ministro de Comunicación de Venezuela se planta solemne frente al micrófono para difundir las últimas noticias sobre el cáncer del presidente Hugo Chávez.
Millones de personas escuchan atentas, esperando un gran anuncio. Pero se llevan descripciones vagas de la «estabilidad», «tendencia progresiva» o «complicaciones» del paciente.
«¿Viste? íSe está recuperando!», dice un hombre en medio de un grupo que escucha en vivo el reporte, casi un ritual nacional desde que el convaleciente Chávez abandonó sus apariciones públicas hace seis semanas.
«íMentira! Es obvio que se está muriendo», replica otro.
El manejo de la información sobre el estado de salud de popular líder socialista se ha convertido en un tema tan controvertido como él mismo.
Cada palabra de los funcionarios es debatida hasta el cansancio en una versión venezolana de la «kremlinología», el análisis de los pormenores políticos en la ex Unión Soviética.
Desde que Chávez se sometió el 11 de diciembre a su cuarta y más complicada cirugía contra el cáncer en Cuba, no ha dicho una sola palabra en público, una situación impensada en una Venezuela habituada a la constante presencia de Chávez en radio, TV y masivos actos en las calles desde hace 14 años.
El Gobierno ha intentado llenar el vacío de información con comunicados frecuentes -cerca de 30 hasta ahora- difundidos por Villegas y por el vicepresidente Nicolás Maduro. Pero esos comunicados son a menudo bastante complicados de interpretar.
Leyendo entre líneas
«El estado de salud del presidente Chávez continúa siendo delicado, presentando complicaciones que están siendo atendidas en un proceso no exento de riesgos», dijo uno de los comunicados leídos justo después de Navidad, cuando pululaban rumores de que Chávez sobrevivía gracias a un soporte artificial.
Algunos más específicos se referían a la «insuficiencia respiratoria» producto de una infección en el pulmón. El término abarca una gran abanico de posibilidades en las mentes de los venezolanos.
«El paciente se encuentra en una progresiva y favorable recuperación de los valores normales de sus signos vitales», afirmó otro complejo comunicado que eludía decir sin vueltas en qué estado estaba el ausente presidente.
Mientras las palabras «estabilidad» y «progresiva» han surgido una y otra vez, la primera aparición del término «estacionaria» en un comunicado del 7 de enero dejó confundidos a algunos.
«El presidente se encuentra en una situación estacionaria en relación con la descrita en el más reciente reporte», decía. «El tratamiento viene siendo aplicado en forma permanente y rigurosa y el paciente lo está asimilando», agregaba sin decir en qué consistía el tratamiento o si Chávez estaba consciente.
En la Nochebuena Villegas dijo que Chávez estaba en «reposo absoluto», pero unas horas después Maduro aseguró a los venezolanos que el presidente estaba haciendo ejercicio.
En los últimos días, los comunicados se han vuelto más optimistas sobre la «evolución favorable» y la «nueva fase» de Chávez y los funcionarios sugirieron incluso un posible regreso del mandatario.
Estilo ruso
El lenguaje oficial, dicen los críticos, recuerda a la confusión en torno a varios padecimientos de líderes rusos, desde la muerte del revolucionario bolchevique Vladimir Lenin en 1924 hasta otras bajo la Guerra Fría, o incluso el deceso rodeado de secretismo del ex dictador español Francisco Franco en 1975.
Hay un paralelo también con la reticencia oficial en Cuba de hablar de los problemas de salud del líder revolucionario Fidel Castro, que fue el mentor de Chávez y su mayor aliado.
En contraste, otros presidentes latinoamericanos que en años recientes han sufrido cáncer -incluyendo a líderes de Brasil, Colombia y Paraguay- han autorizado a sus doctores a dar todos los detalles de sus cuadros.
Cuando recién había sido diagnosticado con un cáncer en la zona pélvica a mediados del 2011, Chávez era su propio portavoz.
Su personalidad emotiva siempre surgía, luchando contra las lágrimas cuando explicaba la enfermedad y luego rebosando de alegría con declaraciones de recuperación que después demostraron estar equivocadas.
Pero incluso en sus discursos había pocos detalles médicos concretos, más allá de un tumor «de casi el tamaño de una pelota de béisbol» o el «milagro» de la recuperación, o sus reflexiones sobre el «abismo» envueltas con citas del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.
«oráculos» de Internet
Muchos venezolanos han recurrido a «fuentes» no oficiales en Internet a la caza de pistas sobre la salud de Chávez.
Los que tienen perfil más alto son Nelson Bocaranda, un periodista opositor y columnista con más de un millón de seguidores en Twitter, y José Rafael Marquina, un doctor venezolano en Miami que alterna, en tweets, complicados términos médicos con cáusticos ataques políticos.
Ambos presumen tener fuentes cercanas al equipo de doctores cubanos, venezolanos y brasileños que atiende a Chávez. Pero muchos aspirantes a oráculos de Internet se han equivocado: muchos pronósticos y declaraciones sobre la muerte de Chávez han sido prematuros y bochornosos.
En medio de la lluvia de quejas de la oposición sobre el secretismo, el Gobierno dice que nunca ha sido más abierto y carga contra los «necrófilos» malintencionados que piden más información.
Líderes de la oposición demandan que un comité médico independiente viaje a La Habana para ver si Chávez está en condiciones de continuar en el poder. Si no, debería dejarlo en manos de un presidente de transición antes de convocar a una nueva elección, como establece la Constitución.
Un grupo de humoristas del Chigüire Bipolar ( http://link.reuters.com/vuv45t ) buscó suavizar el grave ánimo nacional -y caricaturizar a funcionarios- con una parodia despiadada de los informes de Villegas y Maduro.
«El comandante Chávez se encuentra estable en la situación esa que no les diré cuál es», dijo el falso Villegas del Chigüire. «El paciente requiere de un tratamiento inespecífico para calmar las supuestas molestias que podrían afectarlo o no en el lugar donde tiene la enfermedad; digo, la cuestión esta», agregó.
Y no fueron más suaves con Maduro, poniendo en su boca una frase que recuerda la famosa parodia sobre el totalitarismo del libro «Rebelión en la granja» del escritor inglés George Orwell: «El presidente está estable, algunos días menos estable, algunos días más estable, y a veces en un estado de excesiva estabilidad».
Ese tipo de burlas enfurece a los aliados de Chávez, que dicen que sus oponentes y los medios de comunicación extranjeros se regocijan con su sufrimiento.
Un analista que simpatiza con el Gobierno reconoció que los funcionarios han sido enigmáticos.
Pero dijo que tienen el derecho a hacerlo dada la atmósfera «de guerra» en Venezuela, un país donde líderes de oposición pasaron años tratando de quitar a Chávez del poder con huelgas nacionales, un golpe de Estado fallido y un extenso paro que detuvo la industria petrolera.
El mismo Villegas describió el ambiente como similar al del breve golpe contra Chávez en abril del 2002. Entonces sus contrincantes festejaron exultantes, mientras que sus seguidores confiaron en el regreso del presidente.
«No lo creían y nosotros éramos unos mentirosos», dijo Villegas, que trabajaba en la televisión estatal en esa época. «Después llegó Chávez, sacó el crucifijo, habló. B MORE
Foto: Archivo