El príncipe Enrique dijo que mató algunos talibanes durante las 20 semanas que pasó en Afganistán como piloto artillero de helicópteros Apache, según declaraciones divulgadas este lunes coincidiendo con el fin de su misión en ese convulso país centroasiático.
El ministerio de Defensa anunció por la tarde que el tercero en la línea de sucesión al trono de Inglaterra partió de Afganistán, tras terminar la misión que comenzó el 7 de septiembre en la sureña provincia de Helmand.
Interrogado por periodistas durante su estancia en Camp Bastion, la mayor base británica en Afganistán, sobre si había matado insurgentes desde su helicóptero de combate, el príncipe Enrique, de 28 años, contestó: «Sí, como ha hecho mucha gente».
«Cobrarse una vida para salvar una vida (…) es en lo que consiste, supongo», agregó el príncipe en declaraciones a la agencia Press Association, que lo entrevistó en tres ocasiones en el terreno con la condición de no divulgar nada hasta el final de la misión.
«Si hay gente tratando de hacer algo malo contra los nuestros, entonces los ponemos fuera de juego», precisó el joven, que integraba un escuadrón de 130 personas.
La misión de Enrique, o el «Capitán Wales» como se le conoce en el ejército, consistió en vigilar, apoyar a las tropas de la coalición que luchaban contra los talibanes, escoltar a otros aparatos en misiones de rescate y, en caso de necesidad, entrar en combate.
«Disparamos cuando tenemos que disparar, pero esencialmente somos más una fuerza disuasiva que cualquier otra cosa», precisó el príncipe.
Como copiloto artillero, Enrique iba sentado en la cabina delante del piloto y estaba encargado del manejo de las armas de este sofisticado aparato equipado con misiles aire-tierra Hellfire, cohetes y una ametralladora.
«Es un placer para mí porque soy una de esas personas a las que le gusta jugar a la PlayStation y a la XBox, o sea que con mis pulgares quiero pensar que soy probablemente bastante útil», declaró este apasionado de las consolas de juegos y poco aficionado confeso a los estudios académicos.
Refiriéndose a su vida en el campamento, el príncipe Enrique la calificó de «totalmente normal», o al menos «tan normal como puede ser» dado su rango.
El príncipe no recibió ningún trato especial durante su estancia, y trabajaba, comía, se divertía y dormía en las mismas condiciones que sus compañeros de escuadrón, con uno de los cuales compartía habitación en un contenedor transformado.
Sin embargo, pese a la lejanía de los flashes, aún consideraba que generaba demasiada expectación entre los otros miles de soldados de la base cuando salía del ámbito de su unidad.
«Esa es probablemente otra razón por la que me gusta estar en las bases de patrulla, lejos de todo», dijo el príncipe, que nunca ha ocultado su deseo de luchar en la primera línea de frente.
El hijo menor del príncipe Carlos ya había vivido una primera experiencia militar de 10 semanas en Afganistán como controlador de cazabombarderos en 2007/08, que tuvo que ser interrumpida cuando la prensa se hizo eco de su presencia.
Esta vez, sin embargo, las autoridades decidieron hacer pública su misión, lo que suscitó rápidamente amenazas de los talibanes, y la base sufrió un ataque que dejó dos soldados estadounidenses muertos y cuantiosos daños materiales pocos días después de su llegada en septiembre.
El despliegue del príncipe Enrique se produjo apenas dos semanas después de la difusión de unas fotos en las que se le veía desnudo durante una partida de «strip-billar» en Las Vegas, de la que ahora se arrepiente diciendo que «no estuvo a la altura» y «decepcionó a su familia».
De cara al futuro, el príncipe dijo «estar impaciente por ser tío» del bebé que esperan su hermano Guillermo y Catalina, pero el soltero con fama de juerguista no tiene personalmente ninguna prisa por asentarse.
Foto: Reuters