Misioneros de la fe que alimentan a los más necesitados (Fotos)

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En el kilómetro 8 de la avenida Florencio Jiménez, una humilde iglesia que comenzó como un pequeño terreno de oración hoy se erige, luego de mucho trabajo y esfuerzo conjunto, en una fundación que da asilo al más necesitado y alimenta a los hambrientos.

Desde hace cinco años, lo que nació como un sueño del pastor Jorge Pacheco y su esposa Zuleima de Pacheco, actualmente es el lugar de encuentro diario de los más necesitados. Allí reciben las tres comidas del día, preparada por manos laboriosas que con mucho amor preparan los alimentos que llegan a la institución gracias a la caridad de personas bondadosas, empresas y la comunidad de la iglesia, que mantiene activo este comedor sin dejar a un lado los mensajes de fe y oración.

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Anabel de Torrealba es una de las integrantes de este proyecto; desde que llegó a formar parte de la iglesia Aguas del Desierto, su misión es preparar los alimentos del comedor popular al que llegan trabajadores de la zona, niños y ancianos de la calle que no tienen un hogar dónde comer.

“Todo comenzó hace cinco años, gracias a la iniciativa de nuestro pastor Jorge Pacheco quien, a través de una visión que le dio el Señor, decidió fundar esta iglesia en plena autopista. El fin era crear una casa de oración que albergara a todas las comunidades aledañas, un lugar para el encuentro con Dios y la divulgación de un mensaje de paz y fraternidad”.

En un pequeño terreno prestado fueron asentándose las bases de una iglesia a la que se integraron más de 400 miembros. Bajo la lluvia y el sol se levantó la casa de oración y gracias a la colaboración de todos lograron adquirir un amplio terreno en el que actualmente funciona la iglesia, en plena vía Quíbor.

“Con la ayuda de Dios pudimos seguir adelante y materializar esta bonita labor de ayudar al que más lo necesita. Lo que viene de Dios prospera y aquí estamos trabajando”.

Una misión de amor

“Teníamos que brindar abrigo y apoyo a aquellos que están en las calles con tantas necesidades, por ello también logramos instituir el comedor”, explicó Anabel, quien con orgullo se levanta desde muy temprano para organizar la cocina y tener todo listo para las comidas del día.

Más de 80 personas acuden a diario a recibir este beneficio, un plato de comida caliente que brinda no sólo alimento al cuerpo sino también al espíritu y a la fe, con palabras evangelizadoras que intentan llevar por el buen camino a los descarrilados y dar una luz de esperanza para los que ya lo han visto todo perdido.

“El Señor dice en su palabra: ´tuve hambre y me diste de comer, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me visitaste´. Estamos cumpliendo con la palabra de Dios y el llamado que hizo en este lugar de ayudar al prójimo, al pobre, al necesitado, a aquellos que pasan hambre y no tienen con qué. El Señor nos ha permitido hacer esta obra y atendemos muchas personas que son recibidas con los brazos abiertos”.

Para los miembros de la iglesia, el Señor es quien provee de todos los alimentos para mantener el comedor e ilumina a las personas de buen corazón para que contribuyan con esta loable labor, llevando alimentos hasta la sede de la institución.

“Aquí nunca nos falta nada, el Señor toca los corazones de empresarios y de los mismos hermanos que colaboran. Este es un lugar bendito”.

“Lo más importante es otorgar el pan espiritual que es el que verdaderamente alimenta el alma como lo es la palabra de Dios. Los instruimos y le llevamos el mensaje de arrepentimiento. Les mostramos cuál es el camino, la verdad y la vida pues el Señor vino a rescatar las almas”.

La iglesia está ubicada en un lugar estratégico, donde confluyen diversas comunidades que lamentablemente han sucumbido ante los embates de la violencia, la pobreza y el hampa.

El mensaje de reflexión y encuentro ha logrado un cambio trascendental en muchas de las familias que han acudido hasta esta casa de oración en búsqueda de ayuda, teniendo una mano amiga que los ha ayudado a salir adelante con su vida.

“Hay una esperanza y ese es Cristo, quien nos levanta y los ayuda a seguir adelante. Hemos ayudado a muchos a dejar los malos pasos y ahora tienen sus propios negocios y junto a sus familias. La lucha no es contra sangre ni carne, es espiritual y la violencia no puede estar presente en nuestras calles”.

Para los más desvalidos 

Lunes, miércoles y domingos se realizan los cultos en la iglesia Aguas en el Desierto, sin embargo la misión de la institución no se ha quedado sólo en el mantenimiento del comedor.

También han logrado la adquisición de un terreno en Cabudare, específicamente en el sector Las Cuibas, donde funciona una casa hogar para niños y ancianos de la calle, además de un centro de rehabilitación que ha rescatado a varios jóvenes del mal camino.

“Queremos que esas personas se sientan aptos para la sociedad, aunque muchas veces son despreciados, pero Dios los ama y nos ha puesto en este lugar para ayudar a esos hombres y mujeres que andan confundidos y perdidos en la vida”, expresó Wilfredo Jiménez, uno de los líderes principales de Aguas del Desierto.

Testimonios de fe pueden ser escuchados en este centro, de personas que llegaron siendo indigentes y hoy en día han logrado salir adelante, son empresarios y tienen una familia estable, así como también otros que se encontraban desaparecidos y gracias a la intercesión de la iglesia y las visitas constantes al comedor, lograron ser encontrados por sus familiares.

El próximo objetivo es fundar un ancianato-orfanato para atender a los desvalidos de las calles, así como también a los liberados de Uribana, con cursos de herrería, carpintería y demás oficios que puedan ser empleados para que dejen los malos hábitos y trabajen de forma digna.

Si desea colaborar con esta institución puede solicitar información por el teléfono 0414/5248307 o llevar su donativo directamente hasta la sede de la iglesia en el kilómetro 8 de la vía Quíbor en la Florencio Jiménez, Fundación Aguas en el Desierto.

Fotos: Dedwison Álvarez

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