Se trató del evento religioso número 131, desde el año 1882, para esta devoción mariana que cada año propicia el reencuentro de los quiboreños en esa localidad, con la fe de la madre de Dios, en la advocación de la Virgen de Altagracia.
Monseñor José López Castillo fue el encargado de oficiar la emotiva misa que antecedió la salida de la sagrada imagen de la iglesia La Ermita.
El representante del catolicismo mundial emitió en la homilía un mensaje de paz, amor, unión, hermandad, solidaridad y reconciliación entre hermanos, el cual fue bien recibido por todos los creyentes presentes.
También pidió entregarse con mayor fe a la Virgen, y rogó para que de una vez por todas se termine la violencia desatada en la capital jimenense, la cual ha dejado una estela de muertos y heridos.
La gran devoción
A las 6:30 de la tarde, una congregación de hombres sacó en peso de la iglesia La Ermita la imagen de la virgen de Altagracia, la cual es una pintura de forma rectangular, cuyas medidas son de un metro y diez centímetros de alto por 95 centímetros ancho. La misma posee un vidrio que la protege de la inclemencia de los rayos del sol, por lo tanto se conserva en el tiempo.
Desde La Ermita comenzó su ruta, en un lento recorrido de casi un kilómetro lineal por la avenida Pedro León Torres, una de las vías más importantes de Quíbor, hasta su entrada triunfal en el templo de Nuestra Señora de Altagracia, ubicada adyacente a la plaza Bolívar, plaza Florencio Jiménez y el bulevar Liscano Torres, donde se le realizó otra misa, esta vez de recibimiento, acompañada del colorido y retumbe de diversos juegos artificiales, y con los vítores de las personas reunidas en torno a estos grandes espacios mientras la observan pasar con majestuosidad.
Paradas en el recorrido
Durante la procesión los feligreses le rindieron sentido homenaje por favores concedidos, principalmente de salud.
Además le imploraron para que cesen los crímenes, los atracos y robos en esa población, diezmada por estos hechos en los últimos años.
Una primera parada se realizó cuando pasaba por la Escuela La Ermita, y otra frente al Museo de Quíbor, las cuales duran por varios minutos mientras es contemplada por quienes la veneran.
Asimismo, en algunas esquinas, de las catorce que recorre, hacen otras paradas, pero de menor tiempo.
Aumenta la fe
Cada año aumentan los devotos a la Virgen de Altagracia.
Nildo Echegaray, cronista de Jiménez, indicó que el año pasado se calcularon mil personas en esta procesión, la cual estima aumentó para este recorrido 131.
Manifestó que diversas personalidades del mundo político, económico, social, empresarial, gremial, institucional y militar presencian este acontecimiento religioso que tiene como principal característica el amor a la Madre del Todopoderoso.
La Virgen del reencuentro
Echegaray comentó que cada tercer mes de enero los quiboreños dispersos en distintas regiones del país retornan a la tierra que los vio nacer para reencontrarse en medio de la fe que les inspira la sagrada imagen, que data del año 1605 cuando se pinta el cuadro de su imagen y se coloca en La Ermita, capilla antes de paja, la cual se amplía en 1810 como se conoce en la actualidad, ya que fue construida en 1590.
Se suman a este peregrinar los casi cien caseríos y las 8 parroquias de Jiménez, como son: Juan Bautista Rodríguez, Cuara, Diego de Lozada, Paraíso de San José, San Miguel, Tintorero, Mariano Peraza y José Bernardo Dorante.
Un poco de historia
El cronista del municipio Jiménez señaló que la imagen de Altagracia, pintada en el año 1605 por el artista español Tomás de Cosas, es la más antigua que tiene el estado Lara, con 408 años.
Se investiga si la misma fue pintada en El Tocuyo, municipio Morán, y posteriormente trasladada a La Ermita de Quíbor.
40 días de alegría mariana
Cuarenta días permanecerá la imagen de Altagracia en el templo que lleva su nombre, y luego será trasladada a su sede natural de La Ermita.
En la estadía le realizan eventos católicos, musicales y culturales, entre ellos un destacado concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica de Quíbor.
Fotos: Emanuele Sorge